El viaje de la célula sin división


Había una vez en un lugar muy lejano, una pequeña célula llamada Celina. Celina vivía en un organismo muy especial, donde todas las células trabajaban juntas para mantenerlo sano.

Pero Celina era diferente, ya que por alguna razón desconocida, no podía realizar la división celular como el resto de sus compañeras. Esto la entristecía, ya que se sentía inútil al no poder cumplir su función.

Un día, en una reunión de células, el médico del organismo anunció que necesitaban enviar una célula al exterior para ayudar a otro ser vivo que estaba enfermo. No obstante, Celina se sintió desanimada, pensando que ella no sería elegida por su condición.

Para sorpresa de Celina, el médico la escogió para la misión, explicándole que su capacidad de no dividirse la hacía perfecta para el trabajo. Celina se llenó de esperanza y emoción al saber que podía ser útil de alguna manera. Así, partió en su viaje hacia otro organismo.

Durante su travesía, Celina conoció a otras células que también tenían habilidades especiales y juntas formaron un equipo increíble. Descubrieron que podían ayudar de formas diferentes a las células del organismo enfermo.

Celina se dio cuenta de que, a pesar de no poder dividirse, tenía otras capacidades que la hacían única y valiosa. Finalmente, lograron sanar al ser vivo enfermo y Celina regresó a su organismo de origen, siendo recibida como una heroína.

A partir de ese día, Celina entendió que no importa cuáles sean nuestras limitaciones, siempre hay una forma en la que podemos aportar al mundo. Y así, vivió felizmente ayudando a sus compañeras con sus habilidades especiales.

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