El viaje de la ciudad al campo
En un rincón de la gran ciudad, vivía un pequeño gato llamado Nube. Nube tenía un pelaje suave como el algodón y unos ojos que brillaban como estrellas. Sin embargo, había algo que inquietaba a este curioso felino: siempre había soñado con conocer el campo, lleno de flores, árboles y ríos cristalinos, así que un día decidió emprender su aventura.
"¡Hoy es el día!", se dijo Nube, llenándose de emoción. "¡Voy a descubrir el campo!".
Nube salió de su hogar y se aventuró por las calles de la ciudad. Caminó y caminó, cruzando avenidas y saltando sobre charcos.
En su recorrido, Nube conoció a una anciana tortuga llamada Doña Marta.
"¿Adónde vas, pequeño gato?", preguntó Doña Marta con su voz pausada.
"¡Voy al campo!", exclamó Nube. "He escuchado tantas cosas hermosas sobre él y quiero verlo con mis propios ojos!".
"Te va a encantar. Pero ten cuidado, en el camino puede haber obstáculos", le advirtió Doña Marta, sonriendo.
Nube siguió su camino, emocionado. Después de mucho andar, llegó a un gran parque que parecía como un pequeño campo en medio de la ciudad. Había flores, árboles, y hasta un pequeño arroyo.
"¡Esto es increíble!", gritó Nube, correteando de un lado a otro.
De repente, Nube escuchó un llanto. Siguiendo el sonido, encontró a un pajarito que había caído de su nido.
"¿Qué te pasa, pequeño?", preguntó Nube con preocupación.
"No puedo volver a mi nido, estoy muy asustado!", respondió el pajarito.
Nube pensó un momento y se armó de valor.
"No te preocupes, ¡yo te ayudaré!", dijo Nube mientras buscaba una solución. Subió a un árbol, donde estaba el nido.
"¡Hey mamá pajarito! Tu niño necesita ayuda!", le gritó Nube.
A la mamá pajarito le gustó la idea.
"¿Cómo lo subirás, amigo?", preguntó la mamá.
"Lo llevaré en mi espalda", sugirió Nube.
Así que, tras armarse de valor, logró que el pajarito se subiera a su lomo y con mucho cuidado lo llevó hasta el nido.
"¡Lo lograste! Eres un héroe, Nube!", cantó la mamá pajarito emocionada.
Nube volvió al suelo sintiéndose orgulloso de su hazaña. Sin embargo, no tardó en darse cuenta de que ya se había hecho tarde.
"Oh no, ¿cómo voy a cruzar la ciudad al anochecer?", se preguntó con angustia.
En ese momento, apareció Doña Marta.
"¿Buscas un camino?", le preguntó con amabilidad.
Nube le explicó que quería llegar al campo, pero no se atrevía a cruzar la ciudad de noche.
"Sube a mi espalda y yo te llevaré hasta la salida", le dijo, ofreciéndose a ayudarlo.
Nube subió y juntos, la tortuga y el gato, avanzaron por las calles iluminadas de la ciudad. Doña Marta era más lenta, pero Nube disfrutó cada momento del trayecto al ver todo lo que había en su ciudad.
Finalmente, llegaron a un lugar donde los árboles empezaban a aparecer y el aire olía a tierra y flores.
"Aquí es donde termina la ciudad y comienza el campo", dijo Doña Marta. "Recuerda, siempre habrá desafíos en el camino, pero no dudes en pedir ayuda."
"¡Gracias, Doña Marta!", le dijo Nube, muy agradecido. "No sé qué haría sin vos.".
Con un último adiós, Nube saltó del lomo de la tortuga y comenzó a caminar por el sendero que llevaba al campo. A lo lejos, vio campos de flores, un río cristalino y el cielo pintado de colores.
Y así, Nube comenzó su nueva vida en el campo, lleno de nuevas aventuras y amigos que aún estaba por conocer. Todo gracias a la valentía de seguir sus sueños y a la ayuda de un buen amigo.
Nube aprendió que a veces, al igual que en la vida, hay que tener coraje para buscar lo que queremos, y que no hay nada de malo en pedir ayuda cuando la necesitamos.
Y así fue como nuestro valiente gato se convirtió en un verdadero aventurero, explorando su nueva hogar con la misma curiosidad que lo había llevado a salir de la ciudad
"El mundo está lleno de sorpresas", musitó Nube, disfrutando de la brisa campestre, emocionado por todas las aventuras que aún le esperaban.
FIN.