El viaje de la empatía


Había una vez en un pequeño pueblo, dos amigos llamados Ana y Juan. Un día, mientras caminaban por el parque, encontraron a un perrito perdido.

El perrito se veía asustado y triste, y no podía encontrar su camino de regreso a casa. Ana y Juan, al verlo en esa situación, decidieron ayudarlo. "Pobrecito, está perdido y solo. Debemos hacer algo para ayudarlo", dijo Ana con preocupación.

"Sí, deberíamos llevarlo a la plaza del pueblo, tal vez su dueño lo esté buscando por allí", sugirió Juan. Juntos llevaron al perrito a la plaza, donde lo esperaron un buen rato, pero nadie aparecía buscándolo.

Fue entonces cuando recordaron que sus vecinos, el señor Martín y la señora Carmen, habían perdido a su perro hace unos días. Decidieron llevar al perrito a la casa de los vecinos. Al tocar la puerta, el señor Martín y la señora Carmen se sorprendieron al ver al perrito.

"¡Es nuestro Rex! Gracias por traerlo de vuelta, no saben cuánto lo extrañábamos", exclamó la señora Carmen emocionada. Ana y Juan se alegraron al ver la felicidad en los rostros de sus vecinos.

Esa noche, mientras cenaban con sus padres, Ana y Juan recordaron lo importante que fue ayudar al perrito perdido. "Fue como ponernos en el lugar del perrito, imaginar cómo se sentiría al estar perdido y solito", comentó Ana. "Sí, y ver la alegría de nuestros vecinos nos hizo sentir muy bien.

Es bueno ser empáticos y pensar en los demás", agregó Juan. Desde ese día, Ana y Juan aprendieron que la empatía es ponerse en el lugar de los demás, entender sus sentimientos y ayudarlos cuando lo necesiten.

Y así, cada día, se esforzaron por ser más empáticos, haciendo del mundo un lugar más amable y feliz.

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