El viaje de la estrella olvidada
Había una vez en un rincón del cielo una pequeña estrella llamada Lila. Lila era diferente a las demás estrellas, pues siempre sentía que no brillaba lo suficiente. Mientras todas sus amigas parpadeaban y hacían destellos en todo el universo, Lila se encontraba en la esquina más oscura del firmamento, anhelando ser como ellas.
Una noche, Lila decidió emprender un viaje para descubrir el secreto de su brillo. Se despidió de su amiga Nova, una estrella muy brillante, que le dijo:
"No te preocupes, Lila. Todas las estrellas tienen su propio brillo, solo tienes que encontrar el tuyo."
Lila, aunque algo insegura, se armó de valor y se aventuró a través de la Galaxia. Pasó por nubes de gas que cantaban melodías suaves, y vio cometas veloces que bailaban alrededor de los planetas. Sin embargo, todavía no sentía que brillaba lo suficiente.
Después de un tiempo, se topó con un viejo asteroide llamado Tico, quien había estado observando su viaje.
"¿Qué te preocupa, pequeña estrella?" - preguntó Tico, con una voz profunda y amigable.
"No sé cómo brillar como las demás. Siempre estoy en la oscuridad."
Tico sonrió y le respondió:
"A veces, el brillo viene de ayudarse unos a otros. ¿No has pensado en compartir tu luz?"
Intrigada, Lila siguió viajando y en su camino se encontró con un grupo de planetas tristes, que se estaban apagando porque habían perdido su color. Lila recordó las palabras de Tico y decidió ayudarles.
"¡Hola! Soy Lila, una estrella. ¿Por qué están tan tristes?"
Uno de los planetas, un grande y redondo llamado Verde, respondió:
"Nos sentimos apagados porque nadie viene a visitarnos. Nuestra pintura se está desvaneciendo."
Lila pensó que, quizás, al iluminar a los planetas con su luz, podrían recuperar su brillo. Entonces, comenzó a parpadear con todas sus fuerzas, intentando compartir su luz con ellos.
"¡Miren! ¡Voy a intentar inspirarlos!" - exclamó, mientras parpadeaba fuertemente.
De repente, el color de Verde comenzó a resplandecer de nuevo y pronto otros planetas también despertaron, llenándose de colores vibrantes.
"¡Gracias, Lila! No hemos brillado así en mucho tiempo", dijeron los planetas, llenos de alegría.
Lila se sintió feliz, pero también un poco confundida. Aún no comprendía cómo eso le ayudaba a brillar.
Siguió su viaje hasta llegar a la Nebulosa de los Colores, donde vivía un grupo de estrellas muy sabias. Cuando Lila les contó su historia, una de ellas, la estrella Aurea, le dijo:
"Querida Lila, tu luz no depende de cuán brillante seas, sino de cómo útiles puedes ser para los demás. Al ayudar a los planetas, descubriste tu verdadero brillo."
Lila entendió entonces que, aunque no era tan brillante como las otras estrellas, tenía un brillo único que se encendía al ayudar a los demás. Desde esa noche, Lila volvió a su hogar en el cielo, y ahora iluminaba la noche con su luz suave y acogedora, creando un hermoso espectáculo junto a sus amigas.
Y cada vez que alguien miraba al cielo, podía ver a Lila destacando entre las estrellas, recordando que su bondad le había regalado un brillo especial. Así, la pequeña estrella aprendió que no se trata de ser la más brillante, sino de compartir su luz con el mundo.
Desde entonces, todas las estrellas brillaban un poco más, porque Lila les había enseñado que cada uno tiene su propia luz, y cuando se une a los demás, el cielo se llena de un resplandor mágico y único.
FIN.