El Viaje de la Estrella Perdida



Había una vez, en un hermoso rincón del mundo, una playa mágica llamada Arena Brillante. La playa era conocida por sus doradas arenas y las aguas cristalinas, pero, lo que pocos sabían, es que también albergaba un secreto maravilloso: una estrella de mar llamada Estrella.

Estrella era muy curiosa. Todos los días se asomaba a la superficie del agua para observar cómo los niños jugaban y construían castillos de arena. Un día, sintiendo un impulso de aventura, decidió saltar a la orilla y ver todo lo que había más allá del mar.

"¡Hoy es el día!", exclamó Estrella, emocionada. En un saltito, se lanzó a la arena.

Al llegar a la orilla, se dio cuenta de que estaba sola y no conocía a nadie. Miró alrededor con un brillo en sus ojos.

"¡Qué lugar tan hermoso! Pero, ¿dónde están los niños?" - se preguntó.

Mientras miraba a su alrededor, de repente sintió un fuerte viento que la hizo rodar hacia una gran roca. Al caer, se encontró con un cangrejo llamado Clavito.

"¡Oye! ¿Qué haces aquí, estrella de mar?", le preguntó Clavito, curioso.

"Quiero explorar la playa y conocer a los niños", respondió Estrella, un poco confundida.

"¡Tú no puedes estar aquí! Los niños no te verán, y si vuelves al agua, podrías perderte entre las olas", le advirtió Clavito.

Estrella sintió un revuelo en su estómago, pero su curiosidad era más fuerte. Así que decidió continuar su aventura, ignorando las advertencias del cangrejo. Al poco tiempo, se encontró en el medio de un juego de pelota que un grupo de niños había comenzado.

"¡Miren, una estrella de mar!", gritó uno de los chicos.

Los niños, fascinados, se acercaron. Estrella se puso muy nerviosa y decidió rodar otra vez, pero justo al hacerlo, tropezó con una palita.

"¡Ay! ¡Ten cuidado!", protestó una niña que jugaba cerca.

Estrella, ruborizada, se detuvo.

"Lo siento, no quiero causar problemas, solo quería jugar y ver todo desde aquí", confesó.

Los niños, viendo que Estrella realmente quería unirse a ellos, decidieron incluirla.

"¡Vamos a hacer un castillo de arena juntos!", propuso un niño llamado Tato.

Y así comenzó el espectáculo: Estrella guiaba a los niños en la construcción de un grandioso castillo de arena, explicando cómo colocar las conchas y qué forma deberían tener los torres.

"¡Esto es genial!", dijeron los niños, felices de tener una estrella de mar a su lado.

Pero justo en ese momento, una gran ola comenzó a acercarse a la costa. Estrella se preocupó.

"¡Cuidado! La ola va a llevármelo todo", gritó.

Los niños miraron aterrados y entonces, Estrella sintió que tenía una responsabilidad con sus nuevos amigos.

"¡Rápido, ayúdenme a proteger el castillo!", les dijo.

Juntos, todos se pusieron a trabajar en la construcción de un muro de arena para que la ola no destruyera su obra maestra.

La ola llegó, y aunque un poco de arena voló, lograron mantener su castillo a salvo. Los niños se abrazaron unos a otros, y cuando la calma volvió, miraron al castillo de arena, todavía de pie.

"Eres una gran ayudante, Estrella", dijo Tato.

Estrella sonrió, sintiéndose feliz de haber compartido un gran momento con sus amigos humanos. Pero sabía que debía regresar al mar.

"Chicos, ha sido una aventura increíble, pero ahora es hora de que regrese a casa", les dijo con pena.

"El mar también tiene que ver con el juego. ¡Vuelve pronto!", le pidieron los niños.

"Prometo regresar siempre que pueda. Siempre que estén en la playa, estaré cerca", les contestó Estrella.

Y así, Estrella se acomodó en una suave ola, dejando que el mar la abrazara nuevamente. Desde entonces, siempre que los niños iban a la playa, podían ver a Estrella brillando en el agua, y ella siempre les recordaba la magia del trabajo en equipo y la amistad.

Desde aquel día, Estrella nunca estuvo realmente lejos, pues los lazos de la amistad son tan fuertes que, aunque estemos lejos en distancia, siempre estaremos cerca en el corazón.

FIN.

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