El viaje de la familia Hula



En la hermosa isla de Hawái vivía la familia Hula, compuesta por Mamá Lúa, Papá Kai y sus tres hijos: Pua, Nalu y Kala.

Un día, el volcán Kilauea entró en erupción y su hogar se vio amenazado por la lava ardiente. La familia Hula tuvo que tomar una difícil decisión: buscar un nuevo hogar lejos de la isla que amaban tanto.

Así que, empacaron sus cosas más preciadas y emprendieron un viaje alrededor del mundo en busca de un lugar donde pudieran empezar de nuevo. Su primera parada fue en Brasil, donde conocieron la alegría de su gente y la belleza de la selva amazónica.

Pero Mamá Lúa extrañaba las olas del océano y decidieron seguir su camino. Luego llegaron a Colombia, donde descubrieron la magia de sus paisajes montañosos y coloridos pueblos. Los niños disfrutaron jugando fútbol con los nuevos amigos que hicieron, pero Papá Kai anhelaba las playas doradas de Hawái.

La siguiente parada fue Marruecos, donde se maravillaron con los mercados llenos de especias y telas brillantes. Sin embargo, el desierto les recordaba demasiado al calor del volcán en Hawái y decidieron continuar su búsqueda.

Finalmente, llegaron a Argentina y quedaron fascinados por la pasión del tango y la exquisita comida. En Buenos Aires encontraron un lugar acogedor donde decidieron quedarse por un tiempo mientras pensaban en su próximo destino.

Un día, mientras caminaban por las calles de Buenos Aires, conocieron a una pareja mayor llamada Diego y Eva que les contaron sobre España, un país lleno de historia, arte y diversidad. La familia Hula sintió curiosidad e inmediatamente supo que ese sería su nuevo hogar.

Al llegar a España, los Hula se instalaron en un pequeño pueblo cerca del mar Mediterráneo. Allí encontraron todo lo que habían estado buscando: sol radiante, playas hermosas y gente cálida que los recibió con los brazos abiertos.

"¡Qué aventura hemos vivido juntos como familia!", exclamó Mamá Lúa emocionada. "Sí, pero gracias a nuestra valentía y unidad logramos encontrar nuestro lugar en el mundo", dijo orgulloso Papá Kai.

Los niños saltaban de alegría correteando por la playa mientras el sol se ponía en el horizonte. Y así, la familia Hula entendió que el verdadero hogar no es solo un lugar físico sino el amor mutuo y la fortaleza para enfrentar juntos cualquier desafío que se presente en el camino.

Desde entonces vivieron felices en España sabiendo que siempre tendrían unos a otros para apoyarse en cada nueva aventura que emprendieran juntos.

FIN.

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