El viaje de la gran puerta amarilla
En un pequeño pueblo, en medio de un valle verde y tranquilo, se encontraba la gran puerta amarilla. Todos la conocían como la puerta que daba la bienvenida a un lugar lleno de magia y aventuras.
Un día, la puerta amarilla cobró vida y decidió emprender un viaje por el mundo para encontrar a aquellos que necesitaban un poco de calma y silencio en medio del torbellino de la vida cotidiana.
Durante su viaje, la puerta conoció a muchos personajes fascinantes. En un bosque encantado, se encontró con un conejito preocupado por llegar a tiempo a una importante reunión. -Hola, señor Conejito, ¿necesitas un momento de calma en tu ajetreada vida? -preguntó la puerta amarilla. -¡Oh, sí! Mi vida es un constante corre-corre y apenas tengo tiempo para detenerme y respirar -contestó el conejito con un suspiro de alivio. La puerta amarilla le brindó un momento de silencio y paz, y el conejito continuó su camino sintiéndose renovado.
Más adelante, en un campo de girasoles, se topó con una mariposa insegura. -Buen día, señorita Mariposa. ¿Necesitas un lugar tranquilo para encontrar tu confianza interior? -consultó la puerta amarilla. -Oh, sí, siempre dudo de mis alas y de mis colores -respondió la mariposa con tristeza. La puerta amarilla le ofreció un espacio de serenidad y la mariposa desplegó sus hermosas alas con una nueva seguridad.
Después de recorrer muchos lugares y ayudar a distintos personajes, la puerta amarilla se dio cuenta de que su verdadero propósito era llevar calma y paz a quienes más lo necesitaban. Entonces, decidió regresar a su lugar original en el pequeño pueblo, donde cada día daba la bienvenida a viajeros de todas partes.
Desde ese día, la puerta amarilla se convirtió en un símbolo de esperanza y serenidad, recordándole a todos que, sin importar el torbellino de la vida, siempre hay un lugar donde encontrar paz.
FIN.