El Viaje de la Isla Amor
Había una vez en Puerto Rico, un lugar mágico conocido como Isla Amor. Era un rincón donde los colores brillaban más intensamente y la música sonaba en cada rincón. En esta isla vivía un pequeño indio llamado Niko, quien soñaba con descubrir el mundo más allá de su hogar. Niko tenía una gran curiosidad por lo que había en las otras islas y quería compartir el amor que sentía por su tierra con todos.
Un día, mientras colectaba frutas en el bosque, Niko se encontró con su amiga Susi, una tortuga sabia que siempre le contaba historias sobre el océano y las aventuras de las criaturas marinas.
"Hola, Niko! ¿Qué hacés hoy?" -le preguntó Susi con su voz pausada y amable.
"Hola, Susi! Estoy soñando con viajar a las islas vecinas y llevar el amor de nuestra Isla Amor a todos los rincones del mundo. Quiero ver si hay otros lugares tan hermosos como el nuestro!" -dijo Niko entusiasmado.
"Eso suena increíble, pero ten cuidado. El mundo puede ser un lugar complicado. Te recomiendo que lleves algo que te recuerde a casa", dijo Susi.
Niko sonrió, decidido. Rápidamente, se preparó para su viaje. Llenó su mochila con frutas nativas, algunos de sus juguetes favoritos y una pequeña pluma brillante, un recuerdo de su madre.
Cuando llegó al puerto, se encontró con Lila, una alegre ave que siempre estaba lista para volar.
"¿A dónde vas tan feliz, Niko?" -preguntó Lila mientras revoloteaba a su alrededor.
"Voy a explorar otras islas y a compartir el amor de nuestra Isla Amor!" -respondió Niko.
"¡Qué emocionante! Te acompaño, me encantaría ver lo que hay allá afuera!" -exclamó Lila emocionada.
Y así, junto a Lila, Niko zarpó en una pequeña barca hacia su primera aventura. Al llegar a la Isla del Sol, encontraron a los habitantes organizando un festival de luces.
"¡Hola! Soy Niko y ella es Lila, venimos de Isla Amor!" -dijo Niko con una sonrisa.
"Bienvenidos! Venid a uniros a nosotros!" –respondió un niño de la isla alzando una linterna brillante.
Niko y Lila disfrutaron del festival, pero Niko también se dio cuenta de que había algo que faltaba: el amor y la conexión con la naturaleza que había en su hogar.
Después de una maravillosa fiesta, Niko se puso a conversar con otros niños sobre lo que amaban de sus islas. Cuentan cuentos sobre sus familias, sus tradiciones y, sobre todo, cómo se conectaban con lo que los rodeaba.
"Me encanta pescar y contar historias en la orilla del mar," -dijo uno de los niños.
"Nosotros jugamos en el bosque y hacemos música con los árboles!" -dijo Lila.
Ese día, Niko y Lila aprendieron que cada isla era única, pero que lo que verdaderamente unía a todos era el amor por sus lugares y la alegría de compartir.
Antes de partir, Niko sintió que su corazón crecía porque había compartido su amor de Isla Amor y había recibido el de Isla del Sol.
Continuaron su viaje a otras islas, siempre compartiendo su amor y llevando pequeñas muestras de cada lugar para recordarles a otros que, aunque diferentes, todos tienen algo especial.
Un poco más adelante, llegaron a la Isla de las Nubes, que era conocida por sus mágicas montañas que tocaban las nubes. Allí, conocieron a un anciano que cuidaba de un jardín mágico.
"¿Por qué cuidas tanto de este jardín?" -preguntó Niko.
"Este jardín es un símbolo de unidad. Cada flor representa a uno de los lugares que visito. Algunos vienen de muy lejos, pero todos juntos hacen el jardín más hermoso del mundo. Así es como debe ser nuestro mundo, con la diversidad y el amor como bases," –respondió el anciano con una sonrisa.
Niko entendió que, aunque habían visitado muchas islas, el verdadero viaje era aprender de cada uno de ellos y llevar ese amor y sabiduría a su hogar.
Después de meses de exploraciones, Niko y Lila decidieron regresar a Isla Amor. Allí fue donde compartieron todas las historias, risas y aprendizajes.
"El mundo es grande, pero el amor lo conecta todo," -dijo Niko a su comunidad, sintiendo una felicidad inmensa.
"¡Sí!" -exclamaron todos en eco.
Desde aquel día, Isla Amor se convirtió en una isla aún más vibrante, donde las tradiciones del mundo se celebraban y los corazones de sus habitantes estaban llenos de amor por la diversidad.
Así, los pequeños de Isla Amor aprendieron que el verdadero viaje no estaba solo en explorar nuevos lugares, sino en compartir y aprender los unos de los otros, creando un mundo lleno de amor y conexión.
Y así, Niko, Lila y los demás vivieron felices, inspirando a través de su historia y llenando sus corazones de aventuras para contar hasta el fin de sus días.
FIN.