El viaje de la mariposa verde
Érase una vez en el bosque de la Sierra de los Comechingones en Argentina, una mariposa verde llamada Esperanza. Ella soñaba con explorar el mundo más allá de su pequeño hogar en el campo de girasoles.
Un día, mientras revoloteaba entre las flores, escuchó a unas aves cantando sobre una montaña misteriosa. Intrigada, decidió emprender un viaje hacia la montaña desconocida. "¿A dónde te diriges, Esperanza?", le preguntó una libélula amiga.
"Voy en busca de aventuras más allá de esta pradera, quiero conocer la montaña que las aves mencionaron. Seguro que es un lugar maravilloso", respondió la valiente mariposa. Con sus diminutas alas verdes, se lanzó a recorrer el camino hacia la montaña.
Durante su viaje, Esperanza conoció a diferentes animales que le brindaron sabios consejos, como el zorro que le dijo que tuviera cuidado con los peligros del bosque y el búho que le enseñó a valorar la amistad.
Después de atravesar un tupido bosque y cruzar un río, llegó a la base de la montaña. Allí se detuvo, observando con asombro la imponente altura que tenía por delante.
Decidida, escaló la montaña con esfuerzo y determinación, utilizando su ingenio y valentía para superar los obstáculos que se presentaban. Al llegar a la cima, se encontró con una acogedora casa de leña, donde vivía una familia de pájaros. Ellos, admirados por la valentía de Esperanza, la invitaron a quedarse con ellos. Juntos compartieron historias, experiencias y conocimientos.
La mariposa verde aprendió sobre la importancia de la solidaridad, el compañerismo y el respeto por la naturaleza.
Después de un tiempo, Esperanza decidió regresar a su hogar, pero en su corazón llevaba consigo los valiosos aprendizajes que obtuvo en su viaje. De vuelta en el campo de girasoles, la mariposa verde se convirtió en una avezada mensajera de amistad y cooperación, contando a todos los animales las maravillas que había visto y las lecciones que había aprendido.
Desde entonces, cada vez que volaba entre las flores, Esperanza recordaba su viaje hacia la montaña y sonreía con gratitud por las aventuras vividas y los tesoros encontrados.
FIN.