El viaje de la mariposa y el muñeco de nieve


Había una vez en un lejano jardín, un pequeño muñeco de nieve llamado Nieveleón, que ansiaba ver el mundo más allá de su pequeño hogar. Un día, una hermosa mariposa llamada Maribel revoloteaba cerca de él.

-¡Hola, Nieveleón! ¿Por qué esa carita triste? -preguntó Maribel, posándose en la nariz del muñeco. -Me encantaría explorar el mundo, pero soy demasiado pequeño y corto para llegar muy lejos -suspiró Nieveleón.

Justo en ese momento, un paraguas olvidado por los niños del vecindario se abrió cerca de ellos. -¡Podríamos ayudarte a viajar! -dijo el paraguas. -Si te subes en mi mango, podrás volar por los aires. Y así, Nieveleón se subió al mango del paraguas, mientras Maribel revoloteaba a su alrededor.

-¡Listos para despegar! -exclamó el paraguas, y juntos emprendieron su viaje. Volando por los campos, Nieveleón y Maribel conocieron a una amable escalera de madera llamada Estela, quien les ofreció su ayuda para alcanzar lugares más altos.

-Suban por mí, amigos, y llegarán tan lejos como deseen -les dijo Estela. Y así, con la ayuda de Estela, Nieveleón pudo mirar por encima de las vallas y árboles, maravillándose con lo que veía.

Pero pronto se dieron cuenta de que necesitaban ayuda para llegar a lugares más lejanos, así que buscaron la manera de seguir viajando. A lo largo de su travesía, el ingenio y la amistad les permitieron superar obstáculos y alcanzar lugares increíbles.

Finalmente, Nieveleón se dio cuenta de que, al trabajar en equipo y con la ayuda de amigos, no había límites para lo que podía lograr.

Y así, el pequeño muñeco de nieve poco largo descubrió que su tamaño no definía sus posibilidades, y que siempre podía contar con la solidaridad y el apoyo de sus amigos.

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