El Viaje de la Secundaria



Era un día soleado en el barrio de La Esperanza, y los estudiantes de 5to año se preparaban para culminar un año lleno de desafíos. Alondra, Italo, Zulamita, Nikol, Ismael, Alan y Jocsan se reunieron en la plaza después de clases para hablar sobre sus planes de verano y lo que les esperaba en el último año de secundaria.

"¿Qué van a hacer en las vacaciones?", preguntó Alondra,

"Quiero irme a la playa con mi familia, necesito relajarme antes del último empujón."

"Yo quiero participar en un campamento de ciencias, me encanta experimentar cosas nuevas", dijo Italo, emocionado.

"Yo voy a ayudar en la casa de mi abuela, a ella le encanta tenerme cerca," mencionó Zulamita con una sonrisa.

"Yo estoy pensando en seguir en mi banda de música, después de todo, ¡mi sueño es ser músico!", contaba Nikol mientras tocaba un poco su guitarra.

Ninguno imaginaba lo que se avecinaba. Unos días más tarde, mientras compartían un helado en la plaza, Ismael propuso una idea alocada:

"¿Y si hacemos un proyecto juntos? Un viaje de fin de curso. ¡Podríamos conocer lugares nuevos!"

"¿Qué? No tenemos dinero para eso", dijo Alan frunciendo el ceño.

"Yo puedo buscar becas. Hay que buscar la manera", insistió Jocsan.

La idea parecía descabellada pero entre risas y sueños comenzaron a planear su gran aventura.

Los días pasaron y, después de muchas reuniones y trabajo en equipo, optaron por un viaje a un parque de aventuras fuera de la ciudad. Durante el proceso, aprendieron más sobre la importancia de la organización, la amistad y el trabajo en equipo.

"¿Cómo vamos a cuidar el dinero?", preguntó Alondra preocupada.

"Podemos vender algunos productos en el colegio, como galletitas o artesanías", sugirió Nikol.

Los chicos se lanzaron a la aventura de vender en el colegio durante las semanas siguientes. A pesar de algunos fracasos y desanimo, descubrieron que trabajando juntos podían superar las adversidades. Con cada venta, su entusiasmo crecía, y lograron ahorrar el dinero necesario para su viaje.

Finalmente, llegó el día tan esperado. Los siete amigos subieron al bus con sonrisas enormes en sus rostros. Durante el viaje, Ismael dijo:

"No puedo creer que estemos haciendo esto juntos. Esto es solo el comienzo."

En el parque de aventuras llegó el momento de probarse a sí mismos. Subieron a un simulador de escalada. Jocsan, que era un poco más miedoso, dudó antes de comenzar:

"¿Y si me caigo?"

"¡No te preocupes! ¡Nosotros estamos aquí para ayudarte!", animó Zulamita.

Juntos, lo empujaron a enfrentarse a su miedo. Con risas y apoyo, Jocsan logró escalar, y en la cima se sintió como un héroe:

"¡No puedo creer que lo haya hecho! Gracias, chicos."

La jornada fue una mezcla de risas, aprendizaje y experiencias inolvidables. Aprendieron que a pesar de las diferencias, haciendo frente a los miedos, podían conseguir lo que se propusieran, y que la compañía mutua hacía cada desafío más llevadero.

Al final del día, al contemplar el atardecer juntos, Alondra reflexionó:

"Esto es lo que significa ser amigos y aprender.":

"Cada uno tiene algo especial que aportar, y juntos somos más fuertes."

Así, regresaron a casa llenos de recuerdos y nuevos sueños. Sabían que el último año de secundaria sería algo más que un número; sería una experiencia enriquecedora que llevarían por siempre en sus corazones. Aprendieron no solo sobre amistad, sino también sobre la perseverancia y el valor de perseguir sueños en conjunto, un viaje que había apenas comenzado.

FIN.

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