El viaje de la semilla mágica



Había una vez en un pintoresco pueblo en la falda de la montaña, una niña llamada Lola. Ella siempre había creído en la importancia de ayudar a los demás y cuidar del medio ambiente.

Un día, mientras paseaba por el bosque, encontró una semilla muy especial. Estaba brillando con destellos dorados, y un hada le dijo que esa semilla tenía el poder de hacer florecer un jardín mágico que ayudaría a todas las damas: personas, animales y al medio ambiente.

- ¿Qué debo hacer con esta semilla? - preguntó Lola, emocionada. - Debes llevarla a la cima de la montaña y plantarla allí. Pero ten cuidado, en tu viaje te encontrarás con obstáculos que pondrán a prueba tus valores.

Lola se puso en marcha hacia la cima de la montaña, con la semilla mágica en su bolsillo. En su camino, se cruzó con un perrito abandonado.

- ¿Puedes ayudarme a encontrar comida y un lugar seguro para vivir? - preguntó el perrito con tristeza. - Claro que sí, pequeño amigo. Ven conmigo, te cuidaré - respondió Lola, demostrando su valor de ayudar a los animales.

Continuaron juntos, enfrentando desafíos como el río turbulento que necesitaban cruzar y la montaña empinada que debían escalar. Finalmente, llegaron a la cima, donde encontraron un terreno árido y seco. - Aquí es donde debo plantar la semilla mágica - pensó Lola.

Con cuidado, sembró la semilla en el suelo reseco, regándola con amor y esperanza. Poco a poco, la tierra empezó a florecer, surgiendo hermosas flores de todos los colores que jamás se habían visto.

Los animales del bosque se acercaron, atraídos por la magia de las flores y comenzaron a jugar y a disfrutar de su nuevo hogar. La gente del pueblo también se acercó maravillada, y entre todos cuidaron de aquel jardín mágico que brindaba alegría y salud al medio ambiente.

Desde ese día, Lola se convirtió en la guardiana del jardín mágico, enseñando a otros valores sobre la misión en la vida y cómo ayudar a todas las damas: personas, animales y al medio ambiente.

FIN.

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