El viaje de la tortuga Valiente
Había una vez, en un hermoso bosque, una tortuga llamada Valentina. A pesar de ser una tortuga, Valentina siempre había soñado con escalar el monte más alto del bosque, el Monte Coraje. Todos los animales le decían que era una locura, ya que las tortugas eran lentas y pesadas.
Un día, mientras contemplaba el Monte Coraje desde su hogar, Valentina decidió que era hora de hacer realidad su sueño. Se acercó a su mejor amigo, el conejo Rápido.
"Hola, Rápido. Estoy a punto de emprender un gran viaje hacia el Monte Coraje. ¿Te gustaría acompañarme?" - le dijo Valentina entusiasmada.
"¿Tú? ¿Una tortuga? ¿Escalar una montaña? ¡Eso es una locura!" - respondió Rápido riéndose.
A pesar de la negativa de su amigo, Valentina se sentía decidida. Preparó unas provisiones y se puso su pañuelo favorito en la cabeza.
Al día siguiente, comenzó su viaje. El camino era difícil, lleno de rocas y troncos caídos. Cada vez que Valentina se sentía cansada, pensaba en lo que significaba alcanzar la cima.
Durante el viaje, Valentina se encontró con un pato llamado Pepe, que parecía estar en problemas.
"¡Ayuda, tortuga! Me he quedado atrapado en lodo y no puedo salir" - gritó Pepe con desesperación.
"No te preocupes, Pepe. Te ayudaré" - respondió Valentina sin dudarlo.
Valentina se acercó, con su caparazón fuerte empujó al pato y poco a poco lo liberó del lodo.
"Gracias, Valentina. Eres muy fuerte y valiente" - comentó Pepe.
"No soy fuerte, solo hice lo que era correcto. ¡Ahora debo seguir escalando!" - dijo Valentina con una sonrisa.
A medida que avanzaba, Valentina se encontró con un grupo de ardillas. Ellas estaban asustadas porque un búho viejo volaba muy cerca de sus nidos.
"¿Qué les pasa?" - preguntó Valentina.
"El búho puede llevarse a nuestros bebés. ¡No sabemos qué hacer!" - respondieron las ardillas.
"Podemos hacer un plan. Juntos podemos asustarlo y proteger a los pequeños" - propuso Valentina, sintiendo que la fortaleza no era solo física.
Las ardillas, sorprendidas de que una tortuga propusiera un plan, aceptaron la ayuda. Juntos hicieron ruido y el búho, asustado, se alejó volando.
"¡Lo logramos, Valentina!" - gritaron las ardillas emocionadas.
"Si trabajamos juntos, siempre podemos encontrar una solución" - les dijo Valentina.
Valentina continuó su ascenso y, aunque el camino era empinado y agotador, nunca perdió su determinación. Pronto se encontró con una gran caída en el camino que parecía imposible de superar. Observar el abismo la asustó un poco.
"¿Cómo voy a cruzar esto?" - murmuró Valentina.
En ese momento, Pablo, un águila que volaba por encima, la escuchó y bajó a ayudarla.
"Valentina, yo puedo llevarte en mis garras hasta el otro lado" - le ofreció Pablo.
"No necesito tu ayuda, Pablo. Tengo que superar este obstáculo por mi cuenta, aunque me cueste" - respondió Valentina, llenándose de fortaleza.
"Está bien, pero ten cuidado. Cualquier cosa que necesites, estoy aquí" - dijo Pablo antes de volar.
Valentina miró a su alrededor, pensó en sus amigos y en lo lejos que ya había llegado. Con un profundo suspiro, se concentró y encontró una manera de pasar el abismo, saltando de roca en roca, usando su fuerza y determinación.
Finalmente, después de mucho esfuerzo, llegó a la cima del Monte Coraje. La vista era impresionante. Valentina, cansada pero feliz, gritó con toda su fuerza:
"¡Lo hice! ¡Soy Valentina la Valiente!"
Desde lo alto de la montaña, vio a Rápido, a Pepe y a las ardillas, que habían subido también para celebrarla. Todos aplaudieron y vitorearon.
"Nunca dudé de que podrías hacerlo, Valentina" - dijo Rápido, sorprendido.
"No necesitabas dudar, solo necesitabas creer en mí" - respondió Valentina, sonriendo.
Así, Valentina no solo se mostró valiente al escalar el monte, sino que a lo largo del camino enseñó a otros sobre la fortaleza y la importancia de ayudar a los que nos rodean. Desde ese día, el bosque entero la conoció como Valentina la Valiente, la tortuga que no solo logró su sueño, sino que inspiró a otros a ser fuertes y a nunca rendirse ante los desafíos.
FIN.