El Viaje de las Cartas Olvidadas



En un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos, vivía un niño llamado Tomi. Tomi era un niño muy alegre, que disfrutaba jugar con sus amigos en el parque y explorar los rincones de su casa. Sin embargo, había algo que a veces olvidaba: cumplir con sus responsabilidades.

Un día, mientras jugaba con su perro Max, Tomi escuchó a su mamá llamándolo desde la cocina.

"¡Tomi! Ven a ayudarte a preparar la merienda."

"Sí, ya voy, mamá. Solo un minuto más. ¡Mirá, Max! Estoy ganando en la carrera!"

Antes de que Tomi lograra completar su juego, pasó un tiempo y su mamá volvió a llamarlo.

"Tomi, ¿podés ayudarme, por favor? Los amigos ya están llegando a la merienda."

"¡Sí, sí! Ya voy. Ahora mismo..." Pero Tomi siguió jugando, olvidando los deberes que tenía.

Mientras tanto, en la ciudad, el Viejo Pedro, el cartero del pueblo, tenía un gran problema. Había recibido una bolsa llena de cartas muy importantes que debía entregar, pero no podía hacerlo todo solo. Sabía que necesitaba ayuda, así que decidió ir a buscar a los niños del pueblo.

Cuando llegó al parque y vio a Tomi jugando con sus amigos, se acercó.

"Hola, chicos. ¿Quieren ayudarme a entregar algunas cartas? Son muy importantes."

Tomi miró a sus amigos y, emocionado, dijo:

"¡Sí! ¡Vamos a hacerlo! Por fin una aventura."

"Pero primero, tenemos que ayudar a Tomi con su deber en casa," añadió Max.

Tomi se sintió un poco avergonzado. Miró a sus amigos y luego al Viejo Pedro.

"Uhm...sí, es cierto. Pero, ¿podemos hacerlo después? Estoy seguro de que mi mamá entenderá."

El cartero sonrió, pero le dijo con firmeza:

"Quiero que sepan que ayudar a otros es bueno, pero debemos cumplir nuestras responsabilidades primero. Siempre hay consecuencias por no hacerlo."

Tomi reflexionó un momento.

"Pero, ¿cuál es el problema si jugamos primero?"

"Si no entrego esas cartas a tiempo, puede que alguien se pierda de algo importante, como una invitación o una noticia. Y no quiero defraudar a la gente. Cada carta es una responsabilidad."

Los ojos de Tomi brillaron al entender.

"¡Tenés razón! Cada carta tiene un significado. Vamos a ayudar primero y luego jugamos."

El Viejo Pedro sonrió, y junto a los niños comenzaron a recorrer el pueblo, entregando cada carta. En el camino, conocieron historias de alegría y sorpresa. Un niño que había esperado una carta de cumpleaños, una madre que ansiaba noticias de su hijo, y una abuela que se emocionó al recibir una carta de su amiga.

Cuando terminaron, el Viejo Pedro dijo:

"Gracias, chicos. Han hecho un gran trabajo. Ahora pueden jugar sin preocupaciones."

Tomi, satisfecho y feliz, se dio cuenta que cumplir con sus responsabilidades le trajo más alegría que cualquier juego.

"Gracias, Viejo Pedro, aprendí que cumplir con lo que debo es importante. ¡Hoy fue un gran día!"

Los niños corrieron al parque, listos para jugar, pero esta vez con una nueva lección en el corazón. A partir de ese día, Tomi nunca olvidó más sus responsabilidades, sabiendo que cada tarea que cumplía era una pequeña forma de hacer del mundo un lugar mejor.

Y así, el pueblo no solo aprendió sobre la importancia de la responsabilidad, sino que también entendió cómo cada compromiso trae consigo gratitud y alegría en la comunidad.

Fin.

FIN.

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