El Viaje de las Colores
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde cada día era una fiesta de colores. La gente pintaba sus casas de tonalidades brillantes y vestía siempre con ropa vibrante. Pero había un pequeño niño llamado Lucas que quería un mundo aún más colorido.
Un día, mientras caminaba por el bosque, Lucas encontró un viejo pincel dorado entre los arbustos. "¡Qué pincel tan hermoso!"- se dijo a sí mismo. Decidió llevarlo consigo.
Esa noche, mientras miraba por la ventana, tuvo una idea. "¿Y si pudiera pintar el cielo y las nubes de colores diferentes?"- pensó entusiasmado. Con el pincel dorado en mano, salió al patio y comenzó a pintar: "Voy a hacer nubes de todos los colores del arcoíris"- exclamó.
Al día siguiente, cuando los habitantes del pueblo despertaron, encontraron el cielo pintado como nunca antes. "¡Mirá eso!"- gritaron los niños mientras apuntaban al cielo.
Pero, a medida que los días pasaban, las nubes comenzaron a cambiar de color continuamente. Un día estaban de un azul profundo, al siguiente eran de un rosa brillante y luego pasaban a ser verdes. La gente comenzó a preocuparse,
"Esto no es lo que esperábamos"- decía Doña Marta, la anciana del pueblo.
"¡Es un desastre, no puedo ni saber qué tiempo va a hacer!"- añadió Don Carlos, el granjero.
Lucas se sintió muy triste al ver que su creación no hacía felices a todos. Decidió visitar a su amiga Sofía, que siempre tenía buenas ideas. "Sofía, hice algo que pensé que sería maravilloso, pero ahora todos están enojados"-
"Creo que necesitas entender lo que ellos piensan, Lucas"-, respondió Sofía.
"¿Cómo lo hago?"-
"Tal vez debas hablar con ellos"- sugirió ella.
Al día siguiente, Lucas preparó un gran cartel que decía: "Escuchémosnos" y lo colocó en la plaza del pueblo. Todos los habitantes se reunieron, mirándolo con curiosidad.
"Quiero que me cuenten qué piensan sobre el cielo de colores"-, comenzó Lucas, con un poco de miedo en su voz.
A medida que escuchaba, se dio cuenta de que a la gente le gustaría tener días soleados, pero también que hubiera momentos de un cielo despejado.
"Nos gusta el color, pero también necesitamos un cielo azul claro para disfrutar de un día de campo"- comentó Doña Marta.
"¿Podrías hacer que algunas nubes sean de colores y otras sean como las de antes?"- indicó Don Carlos.
La situación hizo reflexionar a Lucas. "Creo que puedo hacerlo. Haré un cielo donde habrá días de sol y nubes de colores que lleguen y se vayan de a poco"-.
Lucas, con el apoyo de sus amigos y vecinos, diseñó un nuevo plan para su pincel. Durante el día, pintaría paisajes coloridos, mientras que al atardecer, el cielo volvería a ser azul.
Todos comenzaron a colaborar, y juntos crearon obras coloridas para el pueblo que también pudieron disfrutar. Poco a poco, el cielo de Arcoíris volvió a ser un lugar donde los sueños de todos podían coexistir.
Desde ese día, Lucas aprendió que la creatividad es hermosa, pero también es importante escuchar a los demás.
"¡Viva el cielo!"- gritaban los niños, y Lucas sonreía, sintiéndose parte de un mundo lleno de colores, pero que también era capaz de ser tranquilo y claro.
Y así, el pequeño pueblo de Arcoíris se convirtió en un lugar donde los colores brillaban aún más, porque ahora estaban llenos de amor y armonía.
FIN.