El Viaje de las Mariposas



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Floravista, un grupo de cinco mariposas que siempre jugaban juntas. Su nombre era Lila, Pipo, Ringo, Violeta y Chispa. Cada una tenía un color diferente, y eso las hacía aún más especiales.

Un día, mientras volaban por el campo, notaron que algo raro estaba pasando. Los colores de las flores se estaban desvaneciendo.

- ¿Qué les está pasando a las flores? - preguntó Lila con preocupación.

- No lo sé, pero debemos averiguarlo - respondió Pipo, quien siempre estaba dispuesto a ayudar.

Las cinco mariposas decidieron emprender un viaje hacia la Gran Colina, donde vivía el anciano búho Sabio, conocido por sus conocimientos sobre la naturaleza. Al llegar, lo encontraron dormido bajo un árbol.

- ¡Despertate, Sabio! - gritaron todas al unísono.

El búho abrió un ojo y dijo:

- ¿Qué sucede, pequeñas?

- Las flores han perdido su color y no sabemos por qué - respondió Violeta.

- Hmm, creo que sé lo que está pasando, pero necesitaré su ayuda. - dijo el búho. - Las flores necesitan agua y amor, pero en este momento, hay un incendio en el bosque cercano que está impidiendo que llueva.

- ¿Un incendio? ¡Eso es terrible! - exclamó Ringo.

- Sí, pero no todo está perdido. - continuó Sabio. - Si se animan a viajar hacia el río Azul, podrían hacer que las nubes lloren y traigan la lluvia.

Las mariposas se miraron unas a otras con entusiasmo.

- ¡Vamos! - exclamó Chispa.

Así que partieron hacia el río, volando con todas sus fuerzas. En el camino, se encontraron con otros animales: un conejo, una tortuga y un pájaro, todos preocupados por la situación.

- ¿A dónde van tan apuradas? - preguntó el conejo.

- ¡Vamos a hacer que llueva para salvar las flores! - respondió Pipo.

- Los colores están desapareciendo y necesitamos ayudar - añadió Lila.

- Me gustaría ayudar, pero no sé cómo - dijo la tortuga.

- ¡Todos podemos ayudar! - exclamó Ringo. - Si cada uno pone su granito de arena, tal vez podamos lograrlo.

Así fue como se unieron a la aventura. El conejo, veloz como el viento, fue a buscar a otros animales para que se unieran. La tortuga, a pesar de ser más lenta, decidió contarles a las flores sobre el plan para que supieran que se estaba haciendo algo.

Finalmente, llegaron al río Azul. Cuando se asomaron al agua, se dieron cuenta de que estaba completamente seco.

-

- ¡No puede ser! - gritó Violeta. - Si el río está seco, ¿cómo haremos llorar a las nubes?

- Estaba preparado para esto. - dijo el búho, que había decidido acompañarlas. - Si podemos hacer suficiente ruido, tal vez las nubes se animen a llorar.

Las mariposas comenzaron a danzar en el aire. Chispa, con su brillo especial, fue el primero en moverse de manera elegante.

-

- ¡Yo puedo cantar! - dijo el pájaro, y comenzó a emitir melodías que llenaron el aire.

Todos se unieron al canto, a los saltos y los giros. El ruido fue creciendo hasta convertirse en un verdadero coro.

De pronto, el cielo comenzó a oscurecerse. Las nubes, atraídas por el bullicio, se acercaron curiosas.

- ¿Qué sucede aquí? - tronó una nube gigante.

- ¡Las flores están en problemas! - gritaron las mariposas. - Necesitamos que lluevas para que puedan recuperar su color y alegría.

- Entonces necesitamos un motivo válido. - dijo la nube. - ¿Pueden demostrarme cuánto aman las flores?

Las mariposas gritaron:

- ¡Las amamos!

Y comenzaron a recordar todos los momentos hermosos que pasaron revoloteando de flor en flor, riendo, jugando y celebrando la vida.

- Eso suena sincero - dijo la nube. - ¡Que llueva!

De repente, el cielo se abrió y comenzó a llover. Las flores, sedientas, levantaron sus pétalos hacia el cielo y empezaron a absorber el agua.

Poco a poco, sus colores comenzaron a brillar con más intensidad.

- ¡Mirá! ¡Están volviendo a ser hermosas! - exclamó Violeta.

Las mariposas y los demás animales celebraron su victoria y se dieron cuenta de que trabajando juntos y ayudándose mutuamente, podían lograr cosas maravillosas.

Desde ese día, Floravista volvió a ser un lugar lleno de vida y color, y las mariposas nunca olvidaron la importancia de la unión.

- Siempre que trabajemos juntas, podemos superar cualquier desafío - dijo Pipo.

Todos sonrieron y bailaron en el aire, felices por haber logrado cambiar su mundo.

Y desde entonces, cada vez que llueve, las mariposas recuerdan su aventura y se aseguran de seguir ayudando a todo aquel que lo necesite.

Fin.

FIN.

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