El Viaje de las Mariposas Caramelos



En un lugar lejano, donde el cielo se llenaba de estrellas y los ríos corrían como serpientes de plata, existía un planeta llamado Dulcelandia. Este planeta era conocido por ser un paraíso lleno de mariposas de colores brillantes, hadas juguetonas y monstruos amigables que solo querían jugar. También había un río de caramelos que fluía por todo Dulcelandia, donde cualquier criatura podía disfrutar de su dulce sabor.

Un día, una pequeña mariposa llamada Lila decidió que quería explorar más allá de los límites de Dulcelandia.

"¡Quiero ver qué hay más allá de nuestras adelante!" - dijo Lila, batiendo sus alas con entusiasmo.

Las otras mariposas dudaron.

"Pero Lila, ¿y si te encuentras con algo peligroso?" - cuestionó su amiga Maya, con un tono preocupado.

"No hay que tener miedo, el mundo es enorme y hermoso. Además, tengo a mi amigo Trufo, el monstruo, conmigo" - respondió Lila.

Trufo era un monstruo de pelaje suave, con una sonrisa gigante y ojos alegres. Siempre había estado al lado de Lila, protegiéndola en sus aventuras. Así que, junto a él, decidió partir.

Al menos, eso pensaba Lila. Sin embargo, cuando comenzaron su viaje, Lila y Trufo se encontraron con un gran problema. Estaba el Puente de las Murmullos, un lugar aterrador donde se decía que los monstruos se volvían locos al escuchar susurros de miedo.

"No quiero ir por ahí, Lila. Dicen que hay criaturas que se alimentan de los miedos" - dijo Trufo, temblando.

"Pero nosotros somos amigos, y juntos podemos superar cualquier miedo" - insistió Lila con confianza.

Así que, con valentía, comenzaron a cruzar el puente. Cada paso que daban, podían escuchar susurros e ilusiones que intentaban hacerle sentir miedo a Trufo. Sin embargo, Lila se dio cuenta de algo increíble. Cada vez que su corazón latía fuerte, una de sus alas brillaba aún más. Así que, en lugar de dejar que el miedo dominara, comenzó a cantar.

"¡La vida es dulce, como un caramelo! ¡El miedo se va, no tiene apuro!" - entonó Lila, mientras el puente se iluminaba con el brillo de sus alas. Trufo, asombrado por su valentía, comenzó a cantar también. Juntos, su canto hizo que los murmullos se desvanecieran y lograron cruzar el puente sin miedo.

Al otro lado, encontraron un mundo lleno de colores y sabores. Había flores que sorbían agua del río de caramelos, árboles que daban piruletas y criaturas que danzaban alegres al son del viento. Lila y Trufo no podían creer lo que veían.

"¡Es maravilloso!" - exclamó Trufo, mientras mordía una piruleta del árbol.

Pero había un problema. Los habitantes de este nuevo mundo estaban tristes porque el río de caramelos se había secado.

"¡Ayuda! Sin caramelos, no podemos celebrar nuestras fiestas!" - lloraba un hada llamada Brilla, que relucía como una estrella.

Lila, decidida a ayudar, sugirió un plan.

"Tal vez si todas las mariposas cantamos juntas, podamos hacer que el río vuelva a fluir" - propuso.

Trufo y Lila organizaron a todas las mariposas del lugar y en un gran círculo comenzaron a cantar junto a las hadas.

"¡El río de caramelos, vuelve a brillar! ¡Con dulce música podemos lograr!" - cantaron todos juntos.

A medida que cantaban, las notas comenzaron a reverberar en el aire, y el cielo se iluminó con un mágico resplandor. De repente, el río de caramelos empezó a fluir nuevamente, más brillante y dulce que nunca.

Todos los habitantes de aquel mundo comenzaron a saltar de alegría y a celebrar, agradeciendo a Lila y Trufo por su valentía y su amistad.

"Gracias, Lila. Sin ti, nunca hubiéramos podido hacerlo" - dijo Brilla, con una sonrisa amplia.

Lila se sentía feliz. Comprendía que el poder de la amistad y de la música podía vencer cualquier miedo y superar obstáculos. Junto a Trufo, regresó a Dulcelandia con el corazón lleno de alegría y lecciones aprendidas.

Y así, Lila se convirtió en la mariposa que siempre llevó dulzura a todo lugar que visitaba, recordando que la valentía se encuentra en enfrentar nuestros miedos y compartir amor con los demás.

"¿Listos para nuevas aventuras?" - preguntó Lila, y las mariposas, emocionadas, volvieron a alzar el vuelo.

FIN.

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