El Viaje de las Palabras
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivía una niña llamada Lila, que tenía una peculiaridad: le encantaba inventar palabras. Cada día, Lila se sentaba bajo su árbol favorito y comenzaba a contar historias utilizando sus propias creaciones.
Un día, mientras Lila estaba en su momento de imaginación, su amigo Lucas se acercó.
"¿Qué estás haciendo, Lila?"
"Estoy inventando una nueva palabra: blorse. Significa alegría enorme."
"¡Me encanta! Pero, ¿cómo la usarías en una frase?"
"Hoy me siento blorse porque vi un arcoíris".
Lucas sonrió y se sentó a su lado. Desde ese día, comenzaron a inventar palabras juntos. Crearon términos como 'galopillar' para cuando el viento sopla fuerte y 'frisoria' para describir un momento divertido. Pero lo mejor era cuando Lila y Lucas las metían en sus historias.
Pronto, todos los chicos del pueblo querían unirse. Así que, un día, Lila propuso una idea brillante: ¡Organicemos un concurso de cuentos! El ganador podría elegir una palabra que se volvería parte del vocabulario del pueblo.
"Pero, ¿y si la gente no entiende las palabras que inventamos?" preguntó Sofía, una de las amigas de Lila.
"¡Eso es lo divertido! Podemos explicar el significado al final del cuento, así todos aprenden", respondió Lila con entusiasmo.
Los chicos comenzaron a escribir sus cuentos, pero a medida que se acercaba el día del concurso, algunos se sentían inseguros.
"Yo no sé si mis palabras son lo suficientemente buenas", dijo Tomás, mirando su hoja en blanco.
"No te preocupes, Tomás. Lo importante es que lo intentes y te diviertas". Lila lo animó.
Finalmente, llegó el gran día. Cada uno compartió su historia, llenas de palabras nuevas y coloridas. La risa llenó el aire y al final, todos aplaudieron a cada uno de sus amigos.
"Nunca pensé que el lenguaje pudiera ser tan divertido", dijo Lucas emocionado.
Cuando llegó el momento de elegir al ganador, Lila tomó la palabra.
"No creo que haya un único ganador hoy. Todos somos ganadores por haber compartido nuestras historias".
Entonces, decidieron que, en lugar de una sola palabra, todas serían parte del vocabulario del pueblo. Desde ese día, el pueblo comenzó a hablar con palabras nuevas y coloridas, y todos aprendieron a disfrutar del poder de la creatividad.
"¿Y saben qué es lo mejor? Cada vez que alguien use una de nuestras palabras, ¡nos recordará a nosotros y a este día!" concluyó Lila con una sonrisa.
Así, Lila, Lucas y sus amigos aprendieron que la imaginación no tiene límites y que las palabras pueden unir a las personas de maneras sorprendentes.
FIN.