El viaje de las palabras mágicas



Había una vez en la escuela de la ciudad un grupo de amigos llamados Sofía, Marcos, Juana y Lucas, que se adentraron en la sala de computación en busca de aventuras. La señorita Clara, la maestra de informática, les dijo que iban a explorar una nueva herramienta llamada Word 365.

Al principio, los niños no estaban muy emocionados. Pero cuando la señorita Clara les explicó que con Word 365 podían crear historias increíbles con letras mágicas, imágenes brillantes y colores deslumbrantes, los ojos de los niños se iluminaron de entusiasmo.

Decidieron empezar a escribir una historia juntos. Sofía propuso que la historia tratara sobre un valiente caballero que tenía que rescatar a una princesa atrapada en un castillo encantado. Marcos sugirió que el castillo estuviera rodeado de un bosque misterioso lleno de criaturas mágicas. Juana imaginó que el caballero contara con una espada reluciente y un escudo con poderes sobrenaturales. Y Lucas pensó que el final feliz sería cuando el caballero rescatara a la princesa y juntos derrotaran al malvado hechicero que controlaba el castillo.

Los niños se sumergieron en la pantalla de la computadora, explorando las diferentes herramientas de Word 365. Descubrieron cómo darle formato a sus palabras y cómo agregar imágenes encantadoras. A medida que avanzaban en la escritura de la historia, se dieron cuenta de que estaban creando un universo completamente nuevo con cada palabra escrita.

Pero de repente, la pantalla se puso toda negra. Sofía gritó asustada: -¡Se cortó la luz! ¿Y ahora qué haremos?

La señorita Clara, con su valiosa experiencia, les recordó que Word 365 tenía una función para guardar automáticamente el trabajo. Cuando volvió la luz, los niños buscaron su historia y ¡allí estaba, a salvo y lista para seguir siendo escrita!

Continuaron escribiendo su historia con entusiasmo, usando herramientas como el corrector ortográfico para mejorar sus palabras y el diccionario de sinónimos para enriquecer su vocabulario. Con cada clic y pulsación de teclas, su historia cobraba vida en la pantalla.

Finalmente, terminaron su historia y la leyeron en voz alta. Quedaron maravillados al ver cómo sus palabras podían transportar a los lectores a un mundo lleno de magia, aventuras y valentía. La señorita Clara elogió su creatividad y les recordó que las palabras tenían el poder de crear cualquier cosa que pudieran imaginar.

Los niños se despidieron de la sala de computación, animados a seguir explorando nuevas herramientas para dar vida a sus ideas. Desde ese día, supieron que las palabras eran mágicas, y que con Word 365 y su creatividad, podían crear infinitas historias sorprendentes.

FIN.

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