El Viaje de las Preguntas



Había una vez un pequeño niño llamado Leo que vivía en un pueblo lleno de flores y árboles. Leo era un niño curioso que siempre hacía preguntas, como: ¿Por qué el cielo es azul? ¿Para qué sirven las estrellas? ¿Dónde se esconde el viento?

Un día, mientras contemplaba un hermoso atardecer, Leo sintió que había llegado el momento de irse de viaje para aprender más sobre el mundo y, sobre todo, sobre sí mismo. Con su mochila llena de libros y lápices, Leo se despidió de su madre.

"Mamá, me voy a descubrir cosas nuevas. ¡Voy a hacer muchas preguntas!" - dijo Leo emocionado.

"Está bien, Leo, pero recuerda siempre escuchar las respuestas y ser amable con quienes encuentres en tu camino" - le respondió su madre, sonriendo mientras lo abrazaba.

Leo partió en su aventura y caminó hasta el bosque que rodeaba su pueblo. Allí encontró a una tortuga que caminaba lentamente.

"Hola, tortuguita, ¿por qué caminas tan despacio?" - preguntó Leo.

"Porque cada paso que doy es importante, joven amigo. A veces, hay que tomarse el tiempo para apreciar el viaje en sí, no solo el destino." - respondió la tortuga.

Impresionado, Leo continuó su camino y llegó a un río donde un pez saltaba felizmente en el agua.

"¿Por qué saltas así, pez?" - preguntó.

"Porque cada vez que salto, siento la libertad y el frescor del agua. A veces, hay que arriesgarse para descubrir cosas emocionantes" - contestó el pez con una sonrisa.

Leo se despidió del pez y siguió su ruta hasta que llegó a un claro lleno de flores. Allí conoció a una mariposa que bailaba de flor en flor.

"¿Por qué eres tan bonita, mariposa?" - le preguntó Leo.

"Porque la belleza viene en muchas formas. Cada color, cada vuelo y cada toque da vida a este mundo. No olvides que lo que ves depende de cómo mires." - le respondió la mariposa.

Después de haberse llenado de respuestas, Leo se sentía más sabio, sin embargo, comenzó a sentirse un poco solo. Entonces, decidió sentarse a descansar bajo un árbol grande. En ese momento, escuchó un sonido extraña.

"¿Quién está ahí?" - preguntó Leo con curiosidad.

Un sabio búho apareció sobre una rama.

"Soy yo, el búho filósofo. He estado escuchando tus preguntas" - contestó el búho.

"¡Tienes razón! Tengo tantas preguntas, pero ahora no sé cómo seguir" - dijo Leo con un suspiro.

"Cada pregunta abre una puerta, Leo. No tienes que tener todas las respuestas en este momento. Lo importante es que sigas buscando y que no tengas miedo de preguntar, siempre habrá alguien dispuesto a ayudar." - dijo el búho.

Leo sonrió y se sintió con más ánimo. Justo en ese momento, apareció un grupo de animales del bosque.

"Hola, Leo, ¿qué haces aquí?" - preguntó una ardilla.

"Vine a explorar el mundo y a hacer preguntas, pero me sentía un poco perdido" - respondió Leo.

"¡Ven con nosotros! Hay muchos lugares que descubrir y preguntas que hacer juntos" - ofreció la ardilla mientras hacía una pirueta.

Así que Leo, emocionado, se unió a sus nuevos amigos. Y siguiendo el río, exploraron cuevas misteriosas, rocas que se iluminaban y hasta un campo de cero espinas donde crecían arcos iris. Por cada aventura, Leo hacía preguntas y cada uno de sus amigos compartía respuestas y historias.

Después de un largo día de aventuras, Leo miró a su alrededor y se dio cuenta de que había aprendido mucho más que solo respuestas. Había obtenido amigos, momentos y risas. Sabía que cada respuesta podría llevar a más preguntas y su camino jamás se acabaría.

Antes de regresar a casa, Leo se despidió de sus amigos.

"Gracias, amigos, por ayudarme a ver el mundo de una forma diferente. Ahora sé que las preguntas son solo el comienzo de nuevas aventuras" - dijo Leo, iluminado por la sabiduría adquirido.

Cuando llegó a casa, su madre lo recibió con un abrazo cálido.

"¿Cómo fue tu viaje, Leo?" - preguntó su madre.

"Fue increíble, mamá. No solo hice preguntas, sino que conocí amigos y entendí que cada respuesta lleva a nuevas preguntas. ¡Quiero seguir explorando!" - exclamó Leo.

Y así, Leo continuó su vida haciendo preguntas, y descubriendo el mundo, siempre rodeado de amigos y el asombro por todo lo que aún faltaba por aprender.

Y colorín colorado, este viaje ha comenzado a presupuestar un mundo lleno de respuestas, preguntas y amistades.

FIN.

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