El viaje de las semillas mágicas



Había una vez en un lejano valle, un bosque encantado donde vivían las semillas mágicas. Estas semillas, al ser cuidadas con amor y paciencia, se convertían en hermosas flores que llenaban el bosque de colores y fragancias. Un día, las semillas decidieron emprender un viaje para llevar su magia a otros lugares del mundo.

Al empezar su aventura, las semillas se encontraron con un arroyo que les bloqueaba el camino. Pero no se preocuparon, porque el sonido del agua inspiró a las semillas a cantar una melodía alegre que hizo que el arroyo se abriera paso para dejarlas pasar.

Más adelante, se encontraron con un pequeño amigo caracol que las ayudó a cruzar un prado lleno de hierbas altas. El caracol les contó fabulosas historias mientras avanzaban, y las semillas sintieron que el tiempo volaba.

En su viaje, las semillas se toparon con un tormentoso viento que amenazaba con llevárselas lejos, pero recordaron una vieja canción que su abuela les había enseñado y, al cantarla juntas, el viento se apaciguó y las dejó seguir su camino.

Finalmente, después de muchas aventuras, las semillas llegaron a un lugar donde la tierra estaba seca y triste. Sin embargo, al cantar una dulce melodía, lograron despertar a la tierra y pronto se llenó de plantas y flores hermosas. Las semillas mágicas habían cumplido su misión: llevar alegría y belleza a cada rincón del mundo.

Y desde entonces, en cada lugar donde las semillas mágicas se asentaban, las personas cantaban, bailaban y cuidaban de la naturaleza, asegurándose de que la magia se mantuviera viva para siempre.

FIN.

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