El viaje de las semillas parlanchinas
Había una vez en un hermoso jardín, un grupo de semillas que vivían muy felices bajo la tierra. Un día, las semillas comenzaron a sentir curiosidad por el mundo exterior.
- ¡Hola amigas! ¿Alguna vez han pensado en lo que hay más allá de la tierra y la oscuridad? - preguntó Valentina, una semilla muy inquieta.
- Pues claro, ¿pero cómo haríamos para saberlo? - respondió Lucas, otra semilla algo más tranquila.
- ¡Ya sé! Podríamos pedirle consejo a la vieja encina que está allá arriba. Dicen que ha visto mucho en su larga vida - dijo Camila, la semilla más sabia del grupo.
Las semillas acordaron que, al llegar la noche, subirían a pedirle consejo a la encina. Así lo hicieron, y la sabia encina les enseñó a las semillas a crecer fuertes y a prepararse para ser plantadas en el jardín para que pudieran ver el mundo exterior. A la mañana siguiente, el jardinero las trasplantó a la tierra, y a partir de ese momento, comenzaron a crecer hermosas plantas.
- ¡Miren! Somos plantas ahora, y estamos viendo el mundo exterior como queríamos - exclamó Valentina emocionada.
- Sí, y es maravilloso. Pero, ¿qué pasará ahora? - preguntó Lucas algo preocupado.
- Tranquilos, amigos. Como plantas, continuaremos creciendo, dar frutos, florecer y ser fuente de vida para otros seres vivos. Y así, estaremos haciendo nuestra parte en el mundo - explicó la sabia Camila.
Las plantas siguieron creciendo y aprendiendo, viendo el paso de las estaciones y experimentando la alegría de florecer y dar vida a nuevas semillas. A través de su viaje, enseñaron a otras semillas la importancia de explorar, aprender y contribuir al mundo que las rodea, convirtiéndose en un ejemplo para todos en el jardín.
FIN.