El viaje de las sombras y el fuego



Había una vez en un lejano reino, un lugar donde las sombras eran tan densas que cubrían el sol la mayor parte del tiempo. En ese reino, un valiente joven llamado Martín vivía entre escombros y murallas. Las sombras habían cubierto su hogar durante tanto tiempo que el miedo se había convertido en el lastre que impedía a los habitantes alcanzar la felicidad.

Un día, Martín decidió que no podía abandonar su hogar a merced de las sombras y el frío. Así que decidió emprender un viaje para encontrar una manera de desplegar la luz y el calor que tanto necesitaban. Reunió coraje y, aunque las heridas del pasado lo atormentaban, aceptó el desafío de encontrar una solución.

Antes de comenzar su viaje, tuvo que destrabar los cerrojos que protegían las puertas del reino, pues durante tanto tiempo habían estado cerradas por el miedo. Una vez fuera, se extendió ante él un vasto paisaje cubierto por sombras, pero vio una tenue luz que lo llamaba desde lo alto de un cerro. Decidido a celebrar la esperanza, comenzó a subir el cerro, desafiando el frío y el miedo que intentaban detenerlo.

Al alcanzar la cima, su corazón se llenó de alegría al encontrar una antorcha que ardía con un fuego cálido y brillante. Sin embargo, junto a la antorcha, vio una sombra oscura que se movía inquietantemente. Martín entendió que la sombra también ansiaba encontrar la luz y el calor que había estado ausente por tanto tiempo.

"¿Quién eres?", preguntó Martín a la sombra. "Soy Laura, la sombra de este reino. Durante mucho tiempo he protegido estas tierras del peligro, pero he ensayado inútilmente cómo retomar la luz que perdimos", respondió la sombra. Martín comprendió que para que las sombras aceptaran la luz, debía ayudarlas a superar su miedo.

"Laura, yo no quiero que desaparezcas, pero sé que mereces sentir el calor del sol. Juntos vamos a encontrar una manera de hacer que las sombras y la luz puedan convivir en armonía", dijo Martín con determinación. A partir de ese momento, Martín y Laura trabajaron juntos para encontrar una forma de desplegar la luz sin hacer que las sombras desaparecieran. Encontraron la manera de combinar la luz del sol con la presencia de las sombras, creando un equilibrio que permitió que el reino fuera un lugar cálido y luminoso una vez más.

Las sombras ya no eran un lastre, sino una parte importante de la identidad del reino. Los habitantes aprendieron a no temerlas y a aceptarlas como una parte esencial de su hogar. Martín, junto a Laura, veló por el reino, asegurándose de que las sombras y la luz estuvieran siempre en guardia para que el equilibrio se mantuviera.

Y así, Martín y Laura demostraron que el miedo no puede vencer a la esperanza si uno decide no rendirse. Juntos, lograron que el fuego del sol y las sombras bailaran en armonía, celebrando un nuevo tiempo de luz y calor.

FIN.

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