El Viaje de las Tres Estrellas
Había una vez, en un cielo lejano, tres estrellas mágicas llamadas Estela, Brillante y Sombra. Cada una de ellas tenía una personalidad muy diferente.
Estela, la estrella de la autoestima alta, siempre brillaba con fuerza y contagiaba su luz a todas las estrellas del cielo.
"¡Hola, amigos! ¡Miren qué brillante soy! ¡Puedo iluminar todo el universo!" - decía Estela riendo.
Brillante, la estrella de la autoestima normal, siempre se sentía feliz consigo misma, aunque a veces se olvidaba de lo especial que era. Disfrutaba de su luz pero a veces la ocultaba.
"Soy bonita, pero no soy tan especial como Estela" - decía Brillante con un susurro.
Sombra, la estrella de la autoestima baja, se sentía pequeña y apagada. Siempre pensaba que no podía brillar como sus amigas.
"No valgo mucho y mi luz nunca será suficiente" - suspiraba Sombra, temiendo que el universo no la necesitara.
Un día, el Rey del Cielo decidió hacer una gran fiesta para celebrar la amistad de las estrellas. Todas las estrellas debían mostrar su luz más brillante.
Estela no dudó en prepararse para la fiesta.
"Voy a ser la estrella más brillante de todas. ¡No hay quien me pare!" - exclamó.
Brillante se estaba arreglando cuando vio a Sombra con tristeza.
"¿Por qué no vienes a la fiesta, Sombra? Así podremos brillar juntas" - le dijo Brillante.
Sombra respondió con un susurro, "No creo que me necesiten. No soy lo suficientemente hermosa...".
Brillante decidió ayudarla. "¡Pero tú tienes una luz única! Te mostraré cómo brillar. ¿Quieres acompañarme?" - propuso con entusiasmo.
Sombra dudó, pero al final, aceptó. Se prepararon juntas y Brillante le enseñó a Sombra a encontrar su propia forma de brillar.
"Solo tienes que creer en ti, Sombra. Tu luz es especial, como la mía" - animó Brillante.
El día de la fiesta llegó, y Estela deslumbraba a todos con su luz. Pero luego, cuando las estrellas comenzaron a bailar, se dio cuenta de que no era tan divertida la fiesta sola.
"¡Necesito amigas a mi lado!" - pensó, mientras buscaba a Brillante y Sombra.
Brillante, por su parte, había decidido que no quería brillar más que las demás, sino crear un ambiente donde todas pudieran disfrutar juntas.
"¡Vamos Sombra! Aunque no estés segura, lo más importante es que estamos juntas" - dijo Brillante.
Al entrar al escenario, Sombra se sintió pequeña al ver las luces brillantes. Pero Brillante tomó su mano.
"¿Ves? No estás sola, y tu luz brilla fuerte. ¡Vamos a disfrutar!" - le dijo.
Sombra respiró hondo y, juntos, comenzaron a bailar. Para su sorpresa, la luz de Sombra empezó a brillar más a medida que se sentía aceptada y querida por sus amigas.
"¡Mirá! ¡Puedo brillar!" - exclamó Sombra, maravillada.
El Rey del Cielo observó a las tres amigas y, al ver a Sombra iluminándose, se acercó.
"Estrella Sombra, ¡tú también tienes un brillo especial que muchos no conocían!" - dijo, sonriendo.
Sombra se sonrojó, "¿De verdad?".
"Sí, y el cielo necesita cada luz única, incluida la tuya. Recuerda que el brillo no se mide por la intensidad, sino por la alegría de compartirlo" - dijo el Rey.
Sombra se sintió más segura. "Gracias, Rey. Ahora entiendo que... ¡ser uno mismo es lo que importa!" - dijo sonriendo.
Desde ese día, Estela, Brillante y Sombra se convirtieron en las mejores amigas, celebrando cada una su única forma de brillar. Y en lugar de competir entre sí, se apoyaban, recordando que la verdadera magia de brillar está en la aceptación y la amistad.
Así, las tres estrellas aprendieron que con amor y apoyo, no hay luz que no pueda brillar en el universo.
FIN.