El Viaje de Lautaro y la Mariposa Monarca
Era un día brillante en un pequeño pueblo de Argentina donde vivía Lautaro, un niño lleno de curiosidad. Cansado de la rutina, decidió que era momento de emprender una aventura y, ¿por qué no? , aprender sobre la riqueza de otras culturas.
Un día, mientras exploraba un bosque cercano, Lautaro se encontró con una mariposa monarca que brillaba con los colores del arcoíris. Al acercarse, la mariposa le dijo:
"Hola, Lautaro. Soy Xóchitl, la mariposa. He viajado desde México y tengo muchas historias que contar. ¿Te gustaría acompañarme en mi viaje?"
Lautaro, emocionado por la oferta, respondió:
"¡Claro que sí! Siempre he soñado con conocer el lugar donde las mariposas vienen a descansar. ¿Qué tengo que hacer?"
Xóchitl le explicó que para llegar a México, tendrían que cruzar montañas y valles, siempre aprendiendo de los lugares y personas que conocieran en el camino.
Comenzaron su viaje volando alto sobre los campos de girasoles y los ríos que reflejaban el cielo, hasta que llegaron a una colorida feria en un pueblo. Allí conocieron a una anciana sabia llamada abuela Luz:
"Hola, niños. Soy Luz. He visto muchas cosas en mi vida, y una de las más importantes es que la amistad y el conocimiento son tesoros. Nunca dejen de buscar aprender. Aquí, en este lugar, pueden probar un platillo típico: ¡los tlacoyos! Son deliciosos y te darán energía para seguir."
Lautaro, muy agradecido, probó los tlacoyos y sintió una ola de sabor que lo hizo sonreír.
"¡Delicioso! ¿Podríamos hacer algo juntos, abuela?" sugirió Lautaro.
La abuela se sonrió y les propuso un taller sobre tejado: "Con la ayuda del maíz, los pueblos de México crean formas hermosas. Aprenderán a hacer figuras pequeñas. ¡Hagámoslas juntos!"
Mientras trabajaban, Lautaro y Xóchitl escucharon historias sobre la cultura mexicana: los mitos sobre los dioses aztecas, la importancia del jaguar, y lo que significa la palabra —"nahui" , que representa los cuatro puntos cardinales, el equilibrio de la vida.
Con cada historia, Lautaro se sentía más emocionado. Después de despedirse de la abuela Luz, continuaron su viaje. Volaron sobre montañas y selvas, hasta llegar a un hermoso lago. En ese lugar, encontraron a un grupo de personas que celebraban el festival de la primavera.
Allí, vieron a los niños bailar al ritmo de los sones y canciones tradicionales, llevando flores en la cabeza. Lautaro se unió a la danza y, al terminar, se acercó a una niña que se llamaba Itzel:
"¡Hola! Soy Lautaro, estoy viajando con Xóchitl. ¿Por qué bailan?"
Itzel, con una sonrisa brillante, le explicó:
"¡Hola! Bailamos para agradecer a la madre tierra por los frutos y la vida. En nuestra lengua, decimos 'Tlāltikpak', que significa 'en la tierra'."
Lautaro se sintió inspirado por la alegría del lugar y decidió que crearían una danza propia para que nunca olvidara su viaje. Xóchitl ayudó a Lautaro a juntar todos los elementos que había aprendido. De este modo, Lautaro hizo un hermoso tributo a sus amigos de México, ¿y qué mejor manera de enviar un mensaje que un baile?
Cuando finalmente llegó el momento de despedirse, Xóchitl le dijo:
"Tienes que prometerme que siempre llevarás contigo lo aprendido. El mundo está lleno de maravillas y es importante compartirlas. ¡Cuéntales a todos sobre tu viaje!"
Lautaro miró a su alrededor, lleno de gratitud.
"Lo prometo. ¡Siempre compartiré estas historias y las enseñanzas que me brindaron!"
Con un abrazo de despedida, Lautaro y Xóchitl volvieron a casa. Al llegar, se dio cuenta de que había crecido en su corazón y mente. Desde entonces, se convirtió en un propagador de historias, llevando consigo la belleza de su aventura en cada palabra.
Así, Lautaro nunca dejó de explorar, ni de contar las historias que había aprendido de Xóchitl, la mariposa monarca, y de todas las personas que conoció en su viaje. Recordó siempre que las culturas son un puente que une a todos. Y así, el niño curioso se convirtió en un gran contador de cuentos.
FIN.