El Viaje de Lía



En la pequeña ciudad de Esperanza, había una niña llamada Lía que tenía parálisis cerebral. Lía iba a la escuela, donde era conocida por su increíble sonrisa y su espíritu inquebrantable. Aunque a veces le resultaba difícil moverse y hablar, Lía tenía un gran sueño: ¡quebrar las barreras y hacer amigos con todos sus compañeros en la clase!

Un día, la maestra Sofía anunció un proyecto especial:

"Chicos, haremos una excursión al bosque. Cada grupo aprenderá sobre un ecosistema distinto y al final compartiremos nuestros descubrimientos."

Los ojos de Lía brillaron de emoción. Ella quería ser parte de eso, así que levantó la mano y dijo con entusiasmo:

"¡Yo quiero participar!"

Algunos compañeros se miraron entre sí con duda, pero la maestra, con una sonrisa cálida, respondió:

"Por supuesto, Lía. Vamos a buscar la mejor manera de que puedas participar."

Lía se emocionó aún más al saber que su amiga Clara la iba a ayudar. Clara era una niña bondadosa que siempre jugaba con Lía durante el recreo. Juntas, comenzaron a planificar su grupo. Decidieron estudiar el ecosistema de los ríos.

El día de la excursión, el autobús llegó a la escuela. Lía tenía un transporte especial que la llevó cómodamente. Cuando llegaron al bosque, los grupos se organizaron. Todos estaban entusiasmados, pero Lía se sintió un poco nerviosa porque sabía que el sendero hasta el río era complicado.

"No te preocupes, Lía. Estoy aquí para ayudarte", le dijo Clara, mientras le sonreía.

Comenzaron a caminar, y aunque el terreno era difícil, Clara empujaba la silla de ruedas de Lía, describiendo las maravillas que veían:

"Mirá esos árboles, son tan altos. Y esos pájaros, ¡escuchá cómo cantan!"

A medida que avanzaban, el grupo se fue distanciando. Cuando llegaron al río, Lía sentía una mezcla de felicidad y tristeza. Había tanto que quería explorar, pero el río estaba un poco lejos y los chicos estaban disfrutando de juegos en el agua.

"¿Qué pasa, Lía?"- le preguntó Clara, notando que su amiga parecía pensativa.

"Quiero jugar también, pero no puedo moverme como ellos..."- respondió Lía, con una voz suave y melancólica.

Clara pensó por un momento y luego tuvo una gran idea:

"¿Y si hacemos un juego en el que todos participemos? Podemos construir un puente de piedras, y yo te ayudaré a contar cuántas piedras necesitamos. ¡Así podemos jugar juntas!"

Lía sonrió al escuchar la propuesta de Clara. Juntas, comenzaron a organizar al grupo. Clara invitó a los demás niños:

"¡Chicos! ¡Vengan! Vamos a construir un puente de piedras para que Lía pueda jugar con nosotros!"

Los chicos, que al principio estaban un poco indecisos, se acercaron rápidamente. Al ver la alegría de Lía, se unieron con entusiasmo. Juntos, recolectaron piedras y comenzaron a apilarlas. Lía, con su ingenio, sugería dónde poner cada piedra, dándoles instrucciones desde su silla de ruedas.

"¡Más a la izquierda! ¡Así!"- gritaba emocionada.

Con el trabajo en equipo, pronto se formó un puente colorido que unía dos partes del río. Una vez terminado, Lía sintió que todos habían logrado algo grande.

"¡Lo hicimos! ¡Ahora puedo pasar y jugar con ustedes!"- exclamó Lía, sus ojos llenos de felicidad.

Los chicos celebraron, y al final, todos se lanzaron al agua a salpicar. Lía se sintió parte del grupo, y sus risas resonaron por todo el bosque. La jornada terminó con una comida compartida cerca del fuego, donde cada grupo presentó lo que habían aprendido.

Cuando llegó su turno, Lía se puso de pie, un poco nerviosa, pero Clara la sostuvo de la mano.

"Hola, somos el grupo del río. Aprendimos que cada cosa tiene su propio papel en el ecosistema. ¡Y esta fue una experiencia increíble! Gracias a todos por ayudarme a jugar."

Todos aplaudieron, y Lía comprendió que su belleza no estaba solo en su sonrisa, sino en su capacidad de unir a los demás. Esa excursión había sido más que un viaje al bosque; había sido un viaje hacia la amistad y el entendimiento.

Desde entonces, Lía y Clara se convirtieron en las mejores amigas, y el grupo siempre encontraba formas de incluir a todos, haciendo de la clase un lugar donde cada uno se sentía especial y valorado. ¡Así fue como Lía enseñó a sus amigos que las diferencias son oportunidades para aprender juntos!

FIN.

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