El Viaje de Lía



Era una hermosa mañana en los Alpes Argentinos. Lía, una niña curiosa y valiente, se asomó por la ventana de su casa. Desde allí, las montañas parecían tocar el cielo.

"Mami, quiero conocer España como vos me contaste en tus historias" - dijo Lía con ojos brillantes.

"Es una gran aventura, Lía. Podríamos ir en las vacaciones" - contestó su mamá.

Así, con emoción y alegría, planearon su viaje. Lía se imaginaba paseando por calles llenas de vida, comiendo tapas y, lo más importante, viendo las maravillas de la Sagrada Familia.

El día del viaje llegó, y junto a sus papás, se embarcaron en un avión. Lía no podía dejar de sonreír. Pero a medida que se acercaban a Europa, un escalofrío recorrió su cuerpo. En un avión lleno de gente, Lía sintió que algo extraño estaba pasando. No sabía qué era, pero en su interior, una voz le decía que algo no estaba bien.

"Mami, tengo un mal presentimiento" - le dijo con preocupación.

"No te preocupes, cariño. Todo estará bien" - respondió su mamá tratando de tranquilizarla.

Sin embargo, Lía no podía dejar de sentirlo. Al aterrizar en Barcelona, la ciudad parecía viva, pero había algo oscuro acechando desde las sombras.

Cuando la familia llegó a su hotel, encontraron una atmósfera misteriosa. Las luces parpadeaban, y el viento soplaba con fuerza, haciendo sonar las puertas. Lía y su familia decidieron explorar la ciudad, pero Lía sentía que alguien los estaba observando.

"Vamos a visitar la Sagrada Familia, es cerca de aquí" - propuso su papá.

"¿Están seguros?" - preguntó Lía.

"Claro, ¿por qué no?" - dijo su mamá sin notar la inquietud de su hija.

Al llegar a la Sagrada Familia, la belleza del lugar la cautivó, pero justo en ese momento, Lía escuchó un susurro. Al darse vuelta, vio una sombra moverse rápidamente entre los árboles.

"¡Mamá! ¡Papá! ¡Vi algo!" - gritó Lía asustada.

"No hay nada, Lía. Solo son tu imaginación y el viento" - dijo su papá, intentando calmarla.

Pero Lía sabía que no era su imaginación. En su interior sentía que tenía una fuente de miedo, y que podía usar su sabiduría y valentía para enfrentarlo. Recordó las herramientas que su abuela le había enseñado sobre cómo enfrentar los miedos: siempre mirar al problema de frente y usar la lógica.

"Voy a averiguarlo, necesito saber quién es esa sombra" - decidió Lía con determinación.

"Pero Lía, es peligroso" - le dijo su mamá.

"No puedo tener miedo, tengo que proteger a mi familia" - contestó Lía, con la mirada firme.

Esa noche, mientras todos dormían, Lía decidió seguir la sombra. Se levantó con cuidado, salió del hotel y comenzó a seguir el camino iluminado por la luna. La sombra parecía flotar entre las calles y pronto Lía se encontró en una pequeña plaza oscura.

"¿Quién está ahí?" - preguntó Lía, tratando de hacerse la valiente. Pero en lugar de una respuesta, lo que apareció ante ella fue un extraño ser con una capa negra y ojos brillantes.

"He estado esperando a alguien como vos" - dijo la sombra con voz suave.

"¿Esperarme? ¿Por qué?" - cuestionó Lía confundida.

"Tengo un tesoro que solo alguien valiente puede tener. Pero tienes que demostrar que no le temes a la oscuridad" - respondió la sombra.

Lía, aunque asustada, recordó lo que había aprendido de su abuela. ¡Tenía que enfrentarlo!"No te tengo miedo. Pero, ¿quién sos?" - preguntó Lía con valentía.

"Soy el Guardián de los Temores. Muchos huyen, pero pocos se atreven a enfrentarse a mí" - dijo la sombra.

Lía decidió afrontarlo.

"Si puedo enfrentar mis miedos y ayudar a otros, entonces acepto tu desafío" - declaró.

"Muy bien, demuestra tu sabiduría con tres preguntas: ¿Por qué a veces tenemos miedo?" - dijo el Guardián.

"Porque lo desconocido suele asustarnos, pero si aprendemos sobre ello, el miedo se transforma en conocimiento" - contestó Lía.

El Guardián sonrió y asintió.

"¿Cuál es la mejor manera de enfrentarlo?" - preguntó este.

"Hablando de nuestros miedos, nunca estamos solos" - respondió Lía con confianza.

El Guardián aplaudió y dijo:

"Y por último, ¿qué necesitas para seguir adelante?"

"Confianza en mí y en las personas que me rodean" - afirmó Lía.

Entonces, la sombra se convirtió en luz y el Guardián le entregó un pequeño brillo dorado.

"Este es tu superpoder, Lía: la valentía. Te ayudará en todos tus desafíos" - contestó el Guardián.

Lía volvió a su hotel con la luz en su corazón. Cuando despertó, sintió que podía enfrentar cualquier cosa. Su familia notó su nuevo brillo, e incluso el miedo que había sentido se desvaneció.

"¿Cómo dormiste, Lía?" - preguntó su mamá.

"¡Fantástico! Porque aprendí que enfrentar mis miedos es lo más valioso de todo" - sonrió Lía, lista para disfrutar su aventura en España.

Así, el viaje continuó ¡y Lía nunca dejó de ser valiente!

FIN.

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