El Viaje de Lía y el Río Sabio



Había una vez, en un pequeño pueblo argentino llamado Aguaviva, una niña llamada Lía. Lía era muy curiosa y le encantaba explorar la naturaleza. Un día, mientras jugaba cerca de un hermoso río, escuchó un murmullo extraño.

"¿Quién habla?" - preguntó Lía, mirando a su alrededor.

A su sorpresa, una voz suave y tierna emergió del agua. Era el Río Sabio, un río que había vivido durante siglos y que guardaba muchos secretos.

"Soy yo, el Río Sabio. He visto cómo te preocupas por los árboles, las flores y los animales. Pero también he visto cómo, poco a poco, el agua se va desvaneciendo. Necesito tu ayuda, Lía".

Lía se sorprendió. Nunca había pensado que el agua pudiera hablar.

"¿Cómo puedo ayudarte?" - preguntó la niña, llena de asombro.

"Cada gota cuenta, Lía. Si no cuidamos el agua, no solo los ríos se secarán, también los árboles dejarán de crecer y los animales perderán su hogar. Tienes que ir a la ciudad y compartir mi mensaje" - explicó el río con tristeza.

Lía no lo dudó ni un segundo. Decidió emprender una aventura hacia la ciudad para contarle a todos sobre el Río Sabio y la importancia de conservar el agua. Pero antes de irse, el río le entregó una botella llena de agua mágica.

"Este es el Agua del Conocimiento. Cada vez que la uses, recordarás la importancia de cuidar lo que tenemos" - dijo el río.

Cuando llegó a la ciudad, Lía se encontró con un parque donde los niños jugaban. Ella se acercó a un grupo que estaba lanzando pelotas de agua.

"¡Hola! ¿Saben que el agua es muy valiosa?" - exclamó Lía.

Los niños se miraron entre sí, sorprendidos.

"¡Es solo agua! ¿Cuál es el problema?" - respondió uno de ellos, un niño llamado Tomás.

Lía recordó el mensaje del Río Sabio y decidió mostrarles lo importante que era el agua. Abrió su botella y dejó caer una gota sobre la tierra seca.

"Miren cómo se absorbe. Si seguimos gastando el agua, así de rápido se va" - explicó.

Los niños, curiosos, miraron cómo la tierra bebía la gota. A medida que Lía hablaba, los niños comenzaron a escuchar con atención. Justo entonces, una mariposa colorida pasó volando y se posó sobre su hombro.

"¡Esa mariposa necesita agua!" -gritó Lía emocionada.

Tomás, divertido, se acercó a Lía y dijo:

"¿Y si hacemos un juego? Cada vez que usemos agua en nuestros juegos, lo haremos con cuidado, cuidando que no se derroche. Así, podemos ayudar a cuidar el medio ambiente".

Lía sonrió, le había gustado la idea. Los niños empezaron a jugar, pero ahora con el compromiso de cuidar cada gota. Organizaron un desfile de agua en el parque, donde compartieron la historia del Río Sabio con todos los que pasaban.

"¡Todos juntos a conservar el agua!" - gritaron.

Con el tiempo, más y más personas se unieron a su causa. Lía se convirtió en la portavoz del agua en su escuela y en su ciudad. Cada semana organizaban actividades de limpieza en el parque y sembraban nuevas plantas.

Un día, después de una bonita jornada de trabajo, Lía decidió regresar al Río Sabio para contarle cómo había compartido su mensaje con todos.

"Río Sabio, ¡logramos que muchos se unieran a cuidar el agua!" - dijo con alegría.

El río sonrió desde el fondo.

"Eres una gran protectora, Lía. Ahora el agua tiene más guardianes. Pero recuerda, esto es solo el comienzo" - le respondió el río.

Lía entendió que su trabajo no había terminado.

"Seguiré hablando del valor del agua y el medio ambiente, porque cada uno de nosotros puede hacer una diferencia" - prometió.

Y así, Lía y el Río Sabio se convirtieron en un símbolo de esperanza y cambio en Aguaviva. Cada gota de agua que se conservaba era, para ellos, un paso hacia un futuro más brillante y verde. Y Lía nunca dejó de compartir la importante lección que había aprendido: cuidar el agua es cuidar la vida.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!