El Viaje de Lía y Tomás



En un pequeño feudo del Reino de Ciros, donde los muros de piedra y los campos de cultivo eran la norma, vivían Lía, una joven ingeniosa de catorce años, y Tomás, su mejor amigo y un soñador empedernido. Ambos eran siervos, trabajando duramente en las tierras de un noble que jamás les sonreía.

Un día, mientras recolectaban hortalizas, Lía se detuvo y miró hacia el horizonte.

"Tomás, ¿no te gustaría un mundo donde no tengamos que trabajar para otros?" - preguntó con una chispa en sus ojos.

"Claro que sí", respondió Tomás, apasionado. "Pero, ¿qué podemos hacer? Somos siervos, eso es lo que hay para nosotros".

Lía, siempre llena de ideas, les habló de los rumores que circulaban en el aire: "He escuchado que en la ciudad se habla de nuevas oportunidades y de la burguesía, gentes que hacen negocios y no están atadas a la tierra".

Tomás frunció el ceño, "Pero, ¿cómo llegaremos allí?".

Lía sonrió. "Podemos escapar. Si planeamos bien, hay un camino por el bosque que nos lleva a la ciudad. Ya no viviremos bajo el yugo del noble".

Esa noche, mientras el resto del festival en el castillo era testigo de las danzas y las risas, Lía y Tomás se prepararon en secreto para su aventura. Con una pequeña mochila improvisada que contenía un poco de pan, quesos y sus sueños, salieron en la oscuridad.

El bosque era espeso y lleno de sonidos extraños.

"Tengo miedo, Lía" - dijo Tomás, mirando a su alrededor.

"No temas, amigo, sólo sigue adelante. La libertad está al final de este laberinto".

Después de horas de caminar, encontraron un arroyo que parecía el camino correcto. Justo después de cruzarlo, se toparon con una enorme piedra cubierta de musgo, donde un anciano de larga barba los miraba con curiosidad.

"¿Adónde van, jóvenes?" - preguntó el anciano.

Lía, con valentía, respondió: "¡Buscamos un lugar donde ser libres!"

El anciano sonrió y dijo: "La libertad no está en algún lugar, sino en el corazón y la mente. Pero si desean avanzar, deberán superar un desafío".

Tomás y Lía se miraron.

"¿Qué tipo de desafío?" - inquirió Tomás.

"Deben responder correctamente tres preguntas sobre el coraje, la amistad y el cambio. Si lo logran, encontrarán su camino. Si no, quedarán perdidos en el bosque".

Lía respiró hondo y accedió. El anciano preguntó:

"Primera pregunta: ¿Qué es el verdadero coraje?"

"El verdadero coraje es enfrentar nuestros miedos aun sabiendo que no será fácil" - respondió Lía.

El anciano asintió, sonriendo.

"Segunda pregunta: ¿Por qué es importante la amistad?"

Tomás, emocionado, respondió: "La amistad es el apoyo que nos ayuda a ser valientes cuando sentimos que no podemos".

El anciano se rió con alegría.

"Última pregunta: ¿Qué es el cambio?"

"El cambio es la oportunidad de mejorar, de encontrar nuevas formas de vivir y de crecer" - dijo Lía.

El anciano asintió con gusto.

"Han demostrado una gran sabiduría. El camino hacia la ciudad está delante de ustedes".

Con un gesto de su mano, el anciano reveló una senda oculta. Lía y Tomás continuaron su viaje hasta que, finalmente, el bullicio de la ciudad llegó a sus oídos.

Al llegar, sus ojos se abarrotaron de luces, colores y sonidos. Vieron a comerciantes ofreciendo sus productos, a artistas deleitando a la multitud y un cartel que decía: "Los Nuevos Comerciantes: el futuro está en nuestras manos".

"¡Wow, esto es increíble!" - gritó Tomás.

"¡Hemos llegado!" - exclamó Lía, radiante de felicidad.

A partir de ese día, Lía y Tomás decidieron trabajar como aprendices de comerciantes. Tenían ideas novedosas y, con el tiempo, lograron establecer su propio negocio. Con el espíritu de la nueva burguesía, comenzaron a crear oportunidades para otros como ellos, abriendo caminos de libertad y superación.

Y así, los dos amigos no solo sobrevivieron, sino que prosperaron, dejando atrás las cadenas del feudo y forjando su propio destino en un mundo lleno de posibilidades. Su aventura había comenzado en la alta Edad Media y, a medida que la baja Edad Media se acercaba, el eco de su historia se escuchaba en cada rincón del pueblo como un recordatorio de que, a veces, lo único que necesitas es valentía y un amigo de verdad para cambiar el rumbo de tu vida.

FIN.

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