El Viaje de Libertador Andino



Había una vez en un pequeño pueblo llamado San Lorenzo, Argentina, un grupo de amigos que deseaban conocer el mundo más allá de su hogar. Entre ellos estaban Tomás, una niña curiosa y valiente; Mateo, un niño astuto; y Sofía, una amante de la historia. Pasaban horas juntos soñando con aventuras, pero un día, decidieron que era hora de hacer sus sueños realidad y emprender un viaje hacia las majestuosas montañas de Los Andes, donde buscaban la legendaria ciudad de Independencia, que según las leyendas, era liderada por un gran libertador.

"¡Vamos a buscar al Libertador!" - dijo Tomás emocionada, mientras miraba el mapa que habían dibujado en la tierra.

"¿Y si no hay nadie allí?" - cuestionó Mateo, un poco dubitativo.

"Yo tengo fe en que encontraremos algo increíble y aprenderemos de él. ¡Sólo necesitamos ser valientes!" - respondió Sofía.

Y así, llenos de entusiasmo, los tres amigos se pusieron en marcha. Caminaron durante días, enfrentando ríos, árboles altos y noches bajo las estrellas. En su primer descanso, acamparon bajo una enorme sombra de un árbol.

"Mirá, ¡qué lindo este lugar!" - dijo Sofía.

Mientras estaban sentados alrededor del fuego, oyeron un sonido extraño. Era un hermoso cóndor que sobrevolaba su campamento. Tomás, maravillada, exclamó:

"¡Miren cómo vuela! Es impresionante. ¿Creen que sepa algo sobre el Libertador?" He visto en libros que este ave es un símbolo de libertad.

Frustrado, Mateo respondió:

"Pero no podemos hablar con un cóndor…".

De repente, el cóndor descendió y se posó cerca de ellos. Los amigos se quedaron asombrados cuando el ave comenzó a hablar.

"Hola, pequeños soñadores. Soy Andino, el cóndor guardián de estas montañas. ¿A dónde se dirigen?".

Los niños, completamente sorprendidos, empezaron a contarle sobre su aventura y su búsqueda del Libertador.

"La libertad no es solo un nombre, niños. Es un sentimiento y un esfuerzo. Si desean encontrar al Libertador, deben estar preparados para enfrentar desafíos. ¿Están listos?" - preguntó Andino.

"¡Sí!" - gritaron al unísono.

Andino les ofreció volar con él hasta el punto más alto de los Andes. Aceptaron sin dudarlo y, tras un emocionante vuelo, llegaron a un mirador donde pudieron observar todo su camino.

"Vean lo lejos que han llegado y lo mucho que han aprendido en el camino. Ustedes son los nuevos libertadores de sus propios sueños. Recuerden: la libertad se trabaja y se conquista en cada acción del día a día" - les dijo Andino.

Los niños se sintieron inspirados por su sabiduría y decidieron continuar su camino a pie, decididos a demostrar que podían ser valientes y solidarios en su travesía.

Después de más días de caminata, llegaron a un abismo que parecía imposible de cruzar. Tomás, recordando lo que el cóndor les había dicho, sugirió:

"¡Construyamos un puente!".

Mateo, entusiasmado, comenzó a juntar palos. Sofía planeó cómo colocarlos y entre los tres, tras mucho esfuerzo, lograron construir un puente improvisado. Cruzaron con cuidado y sintieron una gran emoción al lograrlo.

Finalmente, llegaron a una hermosa plaza en la cima de una montaña, donde encontraron a muchos niños de diferentes pueblos, quienes estaban practicando sus habilidades y compartiendo sus historias.

"¡Esto es Independencia!" - exclamó Sofía.

Los nuevos amigos los invitaron a participar en juegos y a contar sus aventuras. Juntos, celebraron la libertad de compartir experiencias y aprender unos de otros, sin importar de dónde venían.

"Creo que el Libertador es cada uno de nosotros" - reflexionó Tomás.

"Sí, somos libres de soñar, de aprender y crecer juntos" - concordó Mateo.

Así, los niños se dieron cuenta de que la verdadera libertad radica en la amistad, la colaboración y el valor para seguir adelante. No era solo un nombre o figura histórica, sino una actitud que podían llevar a sus vidas diarias en el pueblo de San Lorenzo.

Cuando regresaron a casa, tomaron consigo no solo hermosos recuerdos, sino también la misión de inspirar a otros a conquistar su propia libertad a través de sus sueños.

Y así, los amigos compartieron sus historias de valor y espíritu en San Lorenzo, convirtiéndose en un ejemplo de lo que había aprendido en su viaje a través de Los Andes, mientras revelaban la verdadera esencia de la independencia: la unión, el esfuerzo y la magia de nunca dejar de soñar.

FIN.

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