El Viaje de Lila



En un pequeño pueblo llamado Valle Alegre, vivía Lila, una chica de doce años que había terminado la escuela primaria. Siempre había sido una estudiante curiosa y llena de energía, pero al finalizar el ciclo, no sabía exactamente qué camino tomar. Mientras sus amigos se preparaban para ir al secundario, Lila se encontraba en una encrucijada.

Un día, al pasear por el parque, se encontró con su abuela, doña Clara, que estaba sentada en un banco, revisando un viejo álbum de fotos.

"¿Qué te pasa, Lila? Te veo pensativa", le dijo doña Clara, sonriendo.

"Abuela, terminé la primaria y no estoy segura de qué hacer ahora. Todos mis amigos están ansiosos por el secundario, pero yo me siento perdida", respondió Lila, con un suspiro.

Doña Clara la miró con ternura y le dijo:

"A veces, la vida nos da un poco de tiempo para descubrir qué es lo que realmente queremos. ¿Por qué no comienzas a explorar nuevas cosas?"

Inspirada por las palabras de su abuela, Lila decidió anotarse en talleres de diferentes actividades. Primero asistió a una clase de pintura. A medida que mezclaba colores en su paleta, se dio cuenta de lo feliz que la hacía crear.

"¡Mirá qué hermoso!" exclamó su amiga Sofía, que la acompañaba.

"¡Sí! Nunca pensé que pintaría así de bien", contestó Lila, sonriendo.

La semana siguiente probó un taller de música, donde aprendió a tocar la guitarra. En cada clase, sus dedos se deslizaron por las cuerdas, y el sonido de la música llenó su corazón.

"La música me hace sentir libre", le confesó a su profesor, don Carlos.

"Y eso es solo el comienzo, Lila. La música te acompañará a donde vayas", respondió don Carlos.

Pero Lila también quería aventurarse en actividades al aire libre, así que se unió a un grupo de exploración. Un sábado, fueron a hacer senderismo a la montaña cercana. Mientras subían, Lila se tropezó y cayó.

"¡Ay!", gritó, pero rápidamente se levantó, con una sonrisa.

"Eso no me detendrá. ¡Vamos!", dijo con determinación, mientras sus nuevos amigos la animaban.

Durante la excursión, descubrieron un lago escondido entre los árboles. Lila nunca había visto algo tan hermoso.

"Este lugar es mágico", murmuró.

"Y así como lo hemos encontrado, hay muchas cosas por descubrir en la vida. Debes seguir explorando", le respondió Pablo, uno de sus nuevos amigos.

Los días pasaban, y Lila continuó explorando diferentes talleres, disfrutando de cada experiencia. Sin embargo, una tarde, se sintió un poco desanimada. Con tantas actividades, le preocupaba no ser lo suficientemente buena en ninguna.

"Abuela, tengo tantas cosas en mente, pero me asusta no ser la mejor en algo", le confesó.

Doña Clara la miró con sabiduría y le dijo:

"Querida, no se trata de ser la mejor. Lo que importa es disfrutar el camino y aprender. Cada paso te enseña algo nuevo, y eso es lo que realmente cuenta".

Motivada por su abuela, Lila decidió no rendirse. Participó en un concurso de talentos donde podía mostrar lo que había aprendido. Se sentía nerviosa, pero la idea de compartir su arte era emocionante.

El día del concurso llegó, y Lila se presentó al escenario con su guitarra. Su corazón latía con fuerza, pero al mirar a su abuela entre el público, recordó sus palabras.

"Voy a dar lo mejor de mí", se dijo a sí misma. Comenzó a tocar y a cantar con el alma. Cuando terminó, el público estalló en aplausos.

"¡Eres increíble, Lila!", la abrazó Sofía luego de su presentación.

Lila no ganó el concurso, pero eso no importaba; lo que sí importaba era la alegría que sintió al compartir su talento, y cómo disfrutó cada momento.

Al finalizar el verano, Lila había aprendido sobre el arte, la música, la naturaleza y sobre sí misma. Ya no se sentía perdida, ahora tenía una brújula interna que la guiaba.

"- Abuela, me siento diferente. Sé que quiero seguir explorando y aprendiendo en el secundario. Estoy lista para el próximo capítulo de mi vida", le dijo entusiasmada.

"Ese es el espíritu, Lila. La vida es un viaje, y tú estás en el camino correcto", respondió doña Clara con una sonrisa.

Y así, con el corazón lleno de sueños y las ganas de seguir aprendiendo, Lila estaba lista para enfrentar los nuevos desafíos que la esperaban. La historia de su viaje no hacía más que comenzar.

FIN.

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