El Viaje de Lila



En un pequeño y colorido pueblo llamado Arcoíris, vivía una niña llamada Lila. Era conocida por su risa contagiosa y su gran amor por la naturaleza. Cada día, Lila exploraba el bosque cercano, donde pasaba horas alimentando a los pájaros y observando cómo las flores danzaban con el viento. Pero un día, Lila decidió hacer una aventura diferente: quería encontrar el legendario Árbol de los Deseos, un árbol mágico que, según contaban los abuelos del pueblo, podía hacer realidad el más profundo deseo de quien lo encontrara.

Un soleado día de primavera, Lila se armó de valor y salió en busca del Árbol de los Deseos. Mientras caminaba, se encontró con su amigo Leo, un niño con una gran imaginación.

"¿A dónde vas tan apurada, Lila?" - le preguntó Leo.

"¡Voy a buscar el Árbol de los Deseos!" - exclamó Lila con entusiasmo. "Quiero pedir que todos los niños del pueblo siempre sean felices." -

Leo decidió unirse a ella en su aventura. Juntos, se adentraron en el bosque, llenos de alegría y risas. Sin embargo, en su camino, una nube oscura cubrió el cielo y, de repente, una tormenta comenzó a desatarse.

"¡Corramos, Lila!" - gritó Leo, mientras los relámpagos iluminaban el paisaje.

"¡No!" - respondió Lila con determinación. "El Árbol de los Deseos debe estar cerca. ¡No podemos rendirnos!" -

A pesar de la tormenta, los dos amigos siguieron avanzando. Pero de repente, un rayo cayó cerca de ellos, haciendo que Lila se cayera al suelo. Leo la ayudó a levantarse, pero Lila se sentía rara.

"¿Estás bien, Lila?" - le preguntó, preocupado.

"Creo que sí, solo... un poco cansada" - respondió ella, intentando sonreír.

Finalmente, encontraron el Árbol de los Deseos, un gigante magnífico y antiguo. Sus ramas parecían tocar el cielo y sus hojas brillaban como joyas. Lila, con el corazón latiendo con fuerza, se acercó al árbol.

"¿Cuál es tu deseo, Lila?" - preguntó el aire, como si el árbol pudiera hablar.

"Deseo que todos sean felices, que siempre haya risas en el pueblo y que nunca falten amigos" - exclamó, cerrando los ojos.

Un viento suave envolvió a Lila, y por un momento, todo pareció estar en calma. Sin embargo, justo cuando abrió los ojos, sintió que su cuerpo se volvía ligero, como si volara. Leo la miró asustado.

"¡Lila, ¿qué te pasa? !" - gritó.

"Leo, creo que..." - comenzó a decir Lila, pero antes de poder terminar, una luz brillante la rodeó y desapareció entre las ramas del árbol.

Leo, desolado, regresó al pueblo sin su amiga. Pero la noticia de lo que sucedió se extendió por el pueblo rápidamente. Todos los niños se unieron para llorar la pérdida de Lila, pero también recordaron su deseo sincero.

Con cada día que pasaba, los niños comenzaron a tenderse la mano, a jugar juntos, a compartir risas y a cuidar de la naturaleza. Poco a poco, sus corazones se llenaron de la alegría que Lila deseaba para ellos.

Años después, los niños, ahora ya grandes, decidieron hacer una celebración en honor a Lila. Plantaron un nuevo árbol en la plaza del pueblo y en su tronco dejaron una carta:

"Lila, gracias por enseñarnos a ser felices y a cuidar de nuestros amigos y del mundo que nos rodea. Nunca te olvidaremos. ¡Viva la amistad!" -

En ese momento, una suave brisa sopló y parecía que el árbol sonreía, recordando a Lila y su deseo de felicidad para todos. Desde ese día, el pueblo de Arcoíris se convirtió en un lugar donde la risa nunca se apagó y donde siempre había un grupo de amigos listos para ayudar a los demás. El legado de Lila vivía en cada rincón, en cada risa y en cada nueva amistad que se formaba. Su espíritu seguía vivo, recordándoles que la verdadera felicidad está en compartir y cuidar a quienes amamos.

FIN.

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