El Viaje de Lila hacia la Secundaria
Lila era una niña de once años que estaba a punto de comenzar su primer año de secundaria. A pesar de la emoción que despertaban en sus amigos las historias sobre el nuevo ciclo escolar, Lila se sentía un poco diferente. Para ella, la idea de ingresar a un mundo nuevo y desconocido era aterradora. En su última noche de vacaciones, se sentó en la terraza y observó las estrellas, mientras su abuela se unió a ella.
"¿Por qué estás tan pensativa, Lila?" - preguntó la abuela, acariciando su mano.
"Abuela, tengo miedo de ir a la secundaria. No sé qué esperar. Mis amigas ya están hablando de sus nuevos profesores y de las materias difíciles..." - admitió Lila.
"Es natural sentir miedo ante lo desconocido. Pero recuerda, cada nuevo comienzo es una oportunidad para aprender y crecer" - le respondió la abuela con una sonrisa.
A la mañana siguiente, Lila se despertó con una mezcla de nervios y emoción. Se vistió con su uniforme nuevo y se miró al espejo, recordando las palabras de su abuela. Al llegar a la escuela, su corazón latía con fuerza. La multitud de estudiantes, algunos riendo y otros buscando a sus amigos, la hizo sentir diminuta.
Cuando entró al salón, conoció a su profesora, la señorita Flores, una mujer de cabello rizado y una sonrisa amplia.
"¡Hola a todos! Bienvenidos a primer año. Estoy emocionada de conocerlos. Vamos a aprender muchas cosas divertidas y sorprendentes" - exclamó, iluminando la sala con su energía.
A medida que pasaban los días, Lila se metió en el ritmo de la escuela. A pesar de sus temores iniciales, se dio cuenta de que la mayoría de los estudiantes también tenían sus propios miedos. En el recreo, hizo un nuevo amigo, Tomás, que era muy divertido.
"¿Te pasa lo mismo que a mí?" - le preguntó Lila mientras compartían una merienda.
"Sí, me daba miedo no saber hacer los ejercicios de matemáticas del primer día, pero hoy fue mejor. La profe nos hizo preguntar todo lo que quisiéramos y me sentí más cómodo" - respondió Tomás, animando a Lila.
Un día, la señorita Flores organizó una actividad en grupo para fomentar la colaboración. Lila se agrupó con Tomás y dos chicas nuevas, Sofía y Valentina. Juntos debían crear una presentación sobre su lugar favorito.
"Mi lugar favorito es el parque" - dijo Lila.
"A mí me encanta el mar" - agregó Sofía.
"Yo prefiero la montaña" - comentó Valentina.
"¡Entonces hagamos un mural con fotos y dibujos de los cuatro lugares!" - sugirió Tomás.
La idea fue un gran éxito y al final de la semana, la presentación fue brillante. Tanto que la señorita Flores les dio un aplauso especial.
"Ustedes son un gran equipo. ¡Sigan trabajando juntos!" - les dijo llena de orgullo.
Sin embargo, no todo fue fácil. Un día, Lila llegó a casa muy desanimada.
"Abuela, hoy no entendí nada en clase de matemáticas. Todos parecían saber y yo me sentí tan perdida..." - le confesó.
"No te desanimes, Lila. Lo más importante es hacer preguntas. Todos aprendemos a distinto ritmo. La secuencia de aprendisajes siempre tiene tropiezos" - le aconsejó la abuela.
Inspirada por las palabras de su abuela, Lila decidió que, aunque la secundaria era un desafío, también era una aventura. Comenzó a preguntar más en clase y ser más activa. Al poco tiempo, notó que sus compañeros se sentían de la misma manera.
Un mes después, en la clase de arte, la señorita Flores les propuso un desafío: crear una escultura con materiales reciclados.
"¡Esto suena divertido!" - exclaimed Valentina, moviendo su cabello.
"Vamos a hacer una escultura del árbol que está en el parque" - sugirió Lila.
"¡Sí! Podemos usar botellas de plástico y cartón" - agregó Sofía emocionada.
Al final, el equipo presentó su escultura en la muestra del colegio, y los padres y amigos de los alumnos asistieron para admirar los trabajos.
"¡Miren nuestra escultura!" - gritó Lila con alegría, mientras la profesora sonreía satisfecha.
"¡Han hecho un trabajo maravilloso!" - celebró la señorita Flores, llenando a los estudiantes de orgullo.
Con cada nuevo experiencia, Lila comprendió que la secundaria era más que libros y tareas. Era amistad, creatividad y valor. Al final del año escolar, cuando Lila miró hacia atrás, notó cuánto había crecido y aprendido.
"Gracias, abuela, por tus sabias palabras. La secundaria ha sido todo un viaje y ¡no podría haberlo hecho sin el apoyo de mis amigos!" - exclamó Lila, brillante como la estrella más brillante en la noche.
"Me alegra verte feliz, Lila. Recuerda, cada paso cuenta en el camino del aprendizaje" - dijo la abuela, abrazándola.
Y así, Lila ingresó al segundo año con más confianza que nunca, sabiendo que cada desafío era una oportunidad para ser mejor, y que nunca estaría sola. La secundaria, con sus aprendizajes y experiencias, se convertiría en el lugar donde florecería y encontraría su lugar en el mundo.
FIN.