El Viaje de Lila la Lombriz



Era un hermoso día en el jardín de Don Pedro, donde Lila, una pequeña lombriz, pasaba sus días felizmente excavando túneles y ayudando a las plantas a crecer. Sin embargo, había un mundo más allá de su jardín que Lila siempre había deseado explorar.

Un día, al encontrar un pequeño agujero en la cerca que rodeaba el jardín, Lila se animó y decidió aventurarse hacia el misterioso lugar que había escuchado de otros animales: el bosque.

- ¡Hasta luego, Lila! - gritaron sus amigas las mariquitas, mientras volaban de vuelta a casa.

- ¡Adiós! - respondió Lila, sintiendo un cosquilleo de emoción en su pancita.

Al cruzar el agujero, Lila se encontró en un mundo de grandes árboles y hojas más grandes que ella. Todo era nuevo y asombroso.

Mientras exploraba, Lila conoció a Tito, un pequeño ratón curioso.

- ¡Hola! Soy Lila, la lombriz. ¿Y vos? - preguntó Lila con una sonrisa.

- Yo soy Tito, el ratón. ¿Qué haces aquí, en el bosque? - respondió Tito, moviendo sus bigotes.

- Vine a explorar y ver cosas nuevas. ¡Es tan diferente del jardín! - contestó Lila, admirando un girasol gigante.

Tito se ofreció a mostrarle el bosque, y juntos recorrieron los senderos, descubriendo flores de colores vibrantes y mariposas que bailaban en el aire.

Pero, de repente, una sombra los hizo detenerse. Era un búho grande, con ojos grandes como platos.

- ¿Qué hacen ustedes dos aquí en mi bosque? - preguntó el búho con una voz profunda.

- Estamos explorando - dijo Tito un poco temeroso.

- No es seguro para ustedes, pequeños. Hay muchas cosas peligrosas en este lugar - advirtió el búho.

Lila sintió un escalofrío, pero no quería que Tito se sintiera asustado.

- Podemos cuidarnos, ¿verdad Tito? Ya hemos visto cosas hermosas. - dijo Lila, queriendo animarlo.

El búho los observó durante un momento antes de que su expresión se suavizara.

- Está bien. Solo tienen que estar atentos. No se alejen demasiado. - les aconsejó.

Lila y Tito continuaron su aventura, pero de repente, una ráfaga de viento hizo que Lila se resbalara y cayera en un pequeño arroyo.

- ¡Lila! - gritó Tito, preocupado.

Aunque Lila era una gran nadadora, el agua la arrastraba. De repente, el búho apareció volando por encima.

- ¡Sujétate de una hoja! - le gritó, mientras se lanzaba al rescate. Lila logró agarrarse a una hoja flotante que la llevó a la orilla.

- ¡Gracias, señor búho! - exclamó Lila, respirando aliviada.

- Siempre estoy aquí para ayudar, pero deben recordar que el bosque tiene sus peligros. - dijo el búho, dándoles un guiño.

Luego de la aventura, Tito le dijo a Lila:

- Sabía que habías venido a explorar, pero quizás deberíamos volver a casa.

- Sí... tal vez tengas razón. Cada lugar tiene su belleza, pero también enséñanos a cuidarnos. - respondió Lila, sintiendo que su pequeño viaje había sido suficiente por un día.

Antes de regresar, Tito y Lila decidieron regalarle al búho una pequeña flor del jardín, como agradecimiento.

- Por favor, tómala. Es una muestra de nuestra amistad y aprecio. - dijo Lila, sonriendo.

El búho, sorprendido por el gesto, aceptó la flor y les dio un consejo final:

- La amistad y la precaución son claves a donde vayas. Cuídense siempre y regresen cuando quieran. Seré su guía.

Al final, Lila y Tito regresaron a su jardín, contentos de haber explorado y aprendido sobre su mundo, pero sabiendo que la seguridad y la amistad eran lo más importante.

Desde entonces, el jardín y el bosque se convirtieron en sus lugares favoritos, donde los secretos se compartían y las aventuras nunca dejaban de existir.

FIN.

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