El Viaje de Lila y el Arcoíris
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Colores, una niña llamada Lila. Lila tenía un don especial: podía ver colores en todo, incluso en las cosas más comunes. Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con un viejo árbol lleno de hojas secas y sombrías.
"¿Por qué estás tan triste, viejo árbol?" - preguntó Lila.
"Es que he perdido mis colores. Mis hojas eran brillantes, pero ahora sólo son grises. Necesito ayuda, pequeña."
Lila, compasiva y curiosa, decidió ayudar al árbol. Mientras tanto, unos amigos de Lila, un pequeño ave llamada Pío y un conejo llamado Rocco, se unieron a ella en su aventura.
"¿Cómo vamos a devolverle sus colores?" - preguntó Pío, inquieto, mientras revoloteaba por encima del árbol.
"Tal vez debamos buscar el Arcoíris. Cuenta la leyenda que él tiene el poder de devolver el color a todo lo que toca" - sugirió Lila, quien siempre había tenido una fascinación especial por los arcoíris.
Así que el trío emprendió la búsqueda del Arcoíris, pero no sabían que el camino estaba lleno de sorpresas. Cruzaron ríos, escalaron montañas y, de pronto, se toparon con un campo de flores marchitas.
"¡Ay, estas flores también están tristes!" - dijo Rocco, mirando las plantas con pena.
"Quizás deberíamos ayudarles también. Si encontramos el Arcoíris, podríamos devolverles su color a ellas también" - propuso Lila.
Los tres amigos se pusieron manos a la obra, regando las flores con agua fresca y cantándole canciones alegres.
Después de un rato, las flores comenzaron a revivir, llenando el campo de deliciosos colores.
"¡Mirá, lo logramos!" - exclamó Pío, volteando emocionado.
Sin embargo, el Arcoíris seguía sin aparecer. Se sentían cansados, pero Lila, feliz con lo que habían logrado, no quería rendirse.
"No hemos encontrado al Arcoíris, pero hemos ayudado a otros en el camino. Eso también es importante" - dijo.
Continuaron su viaje y, finalmente, llegaron a la cima de una colina. Al mirar hacia abajo, vieron un hermoso paisaje lleno de colinas que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.
"¡Miren!" - gritó Rocco, apuntando al cielo. "¡El Arcoíris! Está justo ahí!" - Y, efectivamente, un brillante Arcoíris se extendía en el horizonte.
Con emoción, Lila, Pío y Rocco corrieron hacia el arcoíris. Cuando llegaron, Lila, llena de esperanza, gritó.
"¡Arcoíris, ven, por favor! Necesitamos tu ayuda para devolverle los colores al viejo árbol y a las flores marchitas!"
El Arcoíris, con su voz suave y dulce, les respondió.
"Pequeña Lila, no puedo ir a cada lugar a traer color, pero tengo un secreto para ti. El color está en el amor y la felicidad que compartes con los demás. Cada vez que haces algo bueno, el mundo se ilumina”
Lila sintió una gran alegría y, con una sonrisa, se despidió del Arcoíris.
De regreso al árbol, decidió que si ellos podían hacer felices a otros, podrían ayudar a muchas más plantas y árboles.
Al llegar, Rocco se subió a la rama del árbol y dijo:
"¡Viejo árbol, escúchame! Vamos a hacer una fiesta y todos nuestros amigos vendrán a hacerlo feliz."
Durante la fiesta, todos bailarían y cantarían. Con cada risa y gesto de cariño, los colores comenzaban a florecer de nuevo en el árbol y las flores.
Cuando la luna asomó su cara brillante, el árbol y las flores lucían más coloridos que nunca.
"¡Miren, qué hermoso está todo!" - exclamó Lila. "No necesitábamos solo al Arcoíris, sino también a nuestros amigos y a nuestro amor por la naturaleza."
Desde ese día, Lila, Pío y Rocco aprendieron que los verdaderos colores vienen del corazón y que siempre que ayudamos a los demás, podemos cambiar el mundo, un pequeño paso a la vez. Así, el árbol recobró su vida, y el pueblo de Colores brilló como nunca antes, colmado de risas y amor.
Y así, el viaje de Lila y sus amigos no solo trajo colores, sino también una valiosa lección sobre la amistad, la bondad y la importancia de cuidar a los que nos rodean.
FIN.