El Viaje de Lila y el Cálido Sol
Había una vez en un pueblito lleno de flores y colores, una niña llamada Lila, que tenía un gran sueño: quería conocer el Cálido Sol, el cual siempre brillaba sobre su pueblo. Todos los días, Lila miraba hacia el cielo y decía:
"¿Qué habrá más allá de las nubes? Tengo que saberlo."
Un día, mientras exploraba el bosque, Lila se encontró con una pequeña ardilla llamada Timo.
"¿A dónde vas tan apurada, Lila?" preguntó Timo.
"¡Voy a buscar el Cálido Sol! Quiero conocerlo y preguntarle por qué siempre brilla tan lindo sobre mi pueblo."
"¡Eso suena emocionante!" dijo Timo. "Puedo acompañarte. Siempre es mejor tener un amigo en las aventuras."
Así, Lila y Timo partieron hacia la montaña más alta del bosque, donde se creía que las nubes eran más accesibles. Caminaron durante horas, riendo y contando historias sobre sus sueños. Pero a medida que avanzaban, se dieron cuenta que hacer el viaje no era tan fácil.
Comenzó a llover y el camino se volvió resbaladizo. Lila miró a Timo, preocupada.
"Creo que no vamos a poder llegar hoy. ¿Y si el Sol se esconde detrás de las nubes?"
"No te preocupes, Lila. Siempre podemos encontrar formas de seguir adelante. ¡Mira! Esta cueva puede protegernos de la lluvia."
Lila miró la cueva y respiró hondo.
"Está bien, pero solo por un ratito. "
Entraron en la cueva y se sentaron mirando la lluvia caer. Dentro, había unas piedras que brillaban como estrellas. Lila se asombró.
"¡Mirá, Timo! ¡Son hermosas! ¿Podremos llevar una como recuerdo?"
"Claro que sí, pero recuerda que el viaje es más importante que el destino. Además, no debemos quedarnos aquí por mucho tiempo. "
Lila asintió y guardaron una piedra brillante en su mochila. Cuando dejó de llover, continuaron su camino, ahora con más determinación. Finalmente, llegaron a la cima de la montaña.
"¡Lo logramos!" exclamó Lila, mirando el horizonte. Sin embargo, las nubes cubrían al Sol.
"¿Y ahora qué hacemos?" preguntó Timo, un poco desanimado.
Lila se sentó en una piedra y miró hacia arriba.
"No sé, pero el Sol debe estar ahí. Tal vez… tal vez él quiera que aprendamos a ser pacientes."
De repente, el viento empezó a soplar y las nubes comenzaron a dispersarse poco a poco.
"¡Mirá! ¡Ahí viene!" gritó Timo.
Los rayos del Sol comenzaron a iluminar la cima de la montaña, y Lila sintió un calor amable que le envolvía.
"Hola, Lila. Hola, Timo. ¿Por qué me han buscado?" dijo el Cálido Sol con voz suave.
Lila se sorprendió al escuchar al Sol.
"¿Eres tú, el Cálido Sol? ¿Por qué brillas tan bonito sobre nuestro pueblo?"
"Brillo porque amo a todos los seres, al igual que tú deberías hacer. La luz no solo ilumina, sino también calienta los corazones."
"¿Cómo puedo aprender a brillar como tú?" preguntó Lila.
"Debes aprender a compartir tu luz, a ser amable y a ayudar a quienes te rodean. Cada vez que haces algo bueno, brillas un poco más. ¡Ahora deben regresar antes de que se haga de noche!"
Sin pensarlo dos veces, Lila y Timo agradecieron al Cálido Sol y comenzaron su descenso. La travesía de vuelta fue diferente: Lila tenía un brillo especial en sus ojos, lleno de determinación. Cuando llegaron al pueblo, Lila corrió hacia su madre y le dijo:
"¡Mamá! ¡Hoy conocí al Cálido Sol! Aprendí que ayudar y compartir nos hace brillar más."
"¿En serio? ¡Eso es maravilloso, Lila!" dijo su madre con una sonrisa.
Desde ese día, Lila se dedicó a compartir su luz, ayudando a sus amigos y cuidando de su entorno. Y cada vez que el Sol brillaba sobre su pueblo, Lila sonreía, porque en su corazón sabía que, aunque el Sol podía ser muy grande, ella también podía brillar con sus propias acciones.
FIN.