El Viaje de Lila y el Dragón



Lila era una niña curiosa y valiente que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Cada día, Lila exploraba el bosque cercano, buscando tesoros y aventuras. Un día, mientras caminaba entre los árboles, Lila escuchó un rugido profundo.

"¿Qué fue eso?", se preguntó Lila, con sus ojos brillando de emoción.

Decidida a averiguarlo, siguió el sonido hasta una cueva oscura. Cuando entró, encontró un dragón atrapado entre enormes rocas.

"¡Ayuda!", exclamó el dragón con voz temblorosa.

"¿Pero qué te pasó?", preguntó Lila, acercándose con cuidado.

"Me llamo Dríaco. Estaba volando por aquí cuando una tormenta me hizo chocarme y... ahora no puedo salir", explicó, entre susurros.

Lila examinó la situación. Las rocas eran pesadas, pero tenía una idea.

"Voy a buscar ayuda, no te preocupes, Dríaco!", dijo con determinación y salió corriendo de la cueva.

Fue a buscar a sus amigos: Tomás, la granjera, y Clara, la aprendiz de curandera. Cuando llegaron a la cueva, Tomás miró al dragón con sorpresa.

"¡Un dragón! Esto es increíble!", dijo con una sonrisa.

"Está atrapado, tenemos que ayudarlo!", respondió Lila.

Juntos, trabajaron para mover las piedras. Clara utilizó su fuerza y Tomás pensó en un plan.

"Si hacemos fuerza al mismo tiempo, tal vez podamos levantarlas", sugirió.

Contaron hasta tres y ¡puf! Las rocas comenzaron a moverse. Después de unos momentos de esfuerzo, lograron liberar a Dríaco.

"¡Gracias a todos!", exclamó el dragón, levantándose con dificultad.

"Ahora, ¡puedo volar otra vez!", agregó, moviendo sus enormes alas.

"No tan rápido, Dríaco", interrumpió Clara.

"Todavía no sabemos por qué chocaste. ¿Te sientes mejor para volar?"

El dragón asintió.

"Sí, creo que puedo intentar. Pero primero tengo que aprender a volar de nuevo por esta zona", dijo, mirando a su alrededor.

Lila sonrió.

"Si te quedas un tiempo aquí, podemos ayudarte a practicar!", propuso.

Así fue como Lila y sus amigos se convirtieron en los mejores entrenadores de vuelo para Dríaco. Cada día, pasaban horas en el bosque, practicando maniobras y juegos. Con el tiempo, Dríaco se volvió muy hábil y sus escalofríos iniciales se transformaron en confianza.

"¡Miren lo que puedo hacer!", decía mientras hacía piruetas en el aire.

Pero un día, una gran sombra cubrió el cielo. Era una tormenta repentina que hizo que las nubes se oscurecieran y truenos resonaran.

"¡Dríaco!", gritó Lila, corriendo hacia él.

"¿Puedes volar?"

"Voy a intentarlo, pero aún me asusta un poco", contestó el dragón.

Lila tomó la mano de Dríaco.

"Recuerda lo que aprendiste, ¡tú puedes hacerlo!", lo animó.

"Contá hasta tres, yo estaré contigo", le dijo Clara.

Bajo la tormenta, Dríaco respiró profundo.

"De acuerdo, aquí vamos... uno, dos, tres!", y con un poderoso batir de alas, se elevó en el cielo oscuro.

Lila, Tomás y Clara aplaudieron emocionados al verlo volar. Dríaco comenzó a hacer giros y acrobacias, mostrando lo que había aprendido, incluso con la tormenta.

"¡Lo lograste, Dríaco!", gritó Lila con alegría.

De repente, los relámpagos iluminaron el cielo, y Dríaco se dio cuenta de que aún le quedaba mucho por aprender.

"Tengo que ser cuidadoso. ¡La seguridad es lo primero!", reflexionó.

"¡Entonces volaré bajo, para protegerme!", se dijo a sí mismo.

Con inteligencia y valentía, Dríaco logró sobrevivir a la tormenta, mientras Lila y sus amigos lo observaban desde el suelo.

"¡Sos un héroe!", le gritaron al verlo regresar, lleno de energía y destreza.

Después de esa experiencia, Lila y sus amigos se convirtieron en grandes aliados de Dríaco. Juntos, aprendieron que cada desafío era una oportunidad para crecer, y que con el apoyo de buenos amigos, se podían superar incluso los miedos más grandes.

Desde ese día, Lila, Dríaco y sus amigos no solo disfrutaron de aventuras aéreas, sino que también compartieron valiosas enseñanzas sobre la amistad, la valentía y la perseverancia, inspirando a otros en el pueblo a seguir sus sueños y nunca rendirse ante los obstáculos.

FIN.

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