El Viaje de Lila y el Jardín de los Colores
Era un hermoso día en el pequeño pueblo de Flores del Valle, donde los árboles bailaban al compás del viento y las flores lucían sus colores más vibrantes. Entre sus habitantes, una niña llamada Lila tenía una pasión especial por los colores. Ella pasaba horas pintando y soñando con un mundo donde cada color pudiera cobrar vida.
Un día, mientras paseaba por el campo, Lila se encontró con un viejo arcoíris que parecía haber perdido su brillo.
"Hola, arcoíris ¿qué te sucede?" - preguntó Lila, con voz suave.
"He perdido mi color y ya no puedo hacer sonreír a la gente. Necesito ayuda para traer de vuelta mi magia" - respondió el arcoíris.
Lila, con su corazón noble, decidió que debía ayudar al arcoíris.
"¿Cómo puedo ayudarte?" - inquirió Lila.
"Existen cinco colores en el mundo que me dan mis poderes: el rojo de la pasión, el azul de la calma, el amarillo de la alegría, el verde de la esperanza y el violeta de la creatividad. Debes encontrarlos y traerlos de vuelta a mí" - explicó el arcoíris.
Sin dudarlo, Lila aceptó la misión. Comenzó su aventura en busca de cada uno de los colores. Primero, se dirigió al Bosque de la Pasión, donde se decía que el rojo estaba escondido. Allí conoció a un grupo de mariposas rojas.
"¡Hola! Necesito ayudar al arcoíris y encontrar el color rojo. ¿Alguna de ustedes lo ha visto?" - preguntó Lila.
"¡Sí! Pero para conseguirlo, debes mostrar tu propia pasión. ¿Por qué te gusta pintar?" - contestó una mariposa. Lila sonrió y empezó a hablar sobre su amor por los colores. Las mariposas, conmovidas por su historia, decidieron regalarle un poco del rojo de su vuelo.
Lila siguió su camino hacia el Lago de la Calma, donde el azul reinaba en sus aguas. Al llegar, vio a un pez azul nadando tranquilamente.
"¡Hola, pez! Estoy buscando el color azul para ayudar al arcoíris" - gritó Lila.
"Para conseguir el azul, debes mostrarme cómo te tranquilizas cuando estás enojada" - respondió el pez. Lila pensó un momento y se sentó a meditar, recordando cómo su respiración la ayudaba. El pez le dio un poco de su color y Lila continuó su viaje.
Más tarde, llegó al Campo de la Alegría, donde flores amarillas brillaban bajo el sol. Ahí conoció a un pequeño conejo amarillo.
"¡Hola, conejito! Necesito el color amarillo para un arcoíris que lo necesita" - dijo Lila.
"Para conseguirlo, tienes que hacer reír a alguien" - respondió el conejo. Lila buscó un momento divertido y soltó una broma que hizo reír al conejo.
"¡Aquí tienes el color amarillo!" - dijo el conejito entre carcajadas.
Lila estaba feliz, ahora solo le quedaban dos colores por encontrar. En el camino al Bosque de la Esperanza, se encontró con un grupo de árboles verdes que parecían tristes.
"¿Qué les sucede?" - preguntó Lila.
"Hemos perdido nuestra esperanza, nuestros frutos no crecen" - contestó uno de los árboles.
"Pero si tienen su verde brillante, ¿no?" - respondió Lila. Les contó cómo cada uno de ellos era especial y que su color representaba algo valioso. Con el amor que repartió, los árboles se llenaron de vida y le regalaron un poco de su color.
Finalmente, Lila llegó a la Cueva de la Creatividad, donde una pequeña hada violeta danzaba.
"¿Qué buscas, niña?" - preguntó el hada.
"Busco el color violeta para ayudar al arcoíris" - respondió Lila.
"Para conseguir el violeta, debes mostrar tu propia creatividad. Muéstrame cómo puedes crear algo nuevo" - dijo el hada. Lila, con sus colores y pinturas, se puso a crear un bello mural en la cueva. Al final, el hada, asombrada por su talento, le otorgó el color violeta.
Con los cinco colores en su poder, Lila regresó al arcoíris.
"¡Aquí tienes!" - exclamó Lila, entregando cada color.
El arcoíris empezó a brillar nuevamente.
"¡Has hecho un gran trabajo, Lila! Gracias a ti, puedo volver a alegrar a todos en el pueblo" - dijo el arcoíris, iluminando el cielo.
Desde ese día, Lila no solo compartió su amor por los colores, sino que también enseñó a sus amigos el valor de la amistad, la creatividad y la esperanza. Aprendieron que cada uno tenía un papel importante en la vida, ¡y eso era lo mejor de todo!
Y así, el arcoíris volvió a brillar en el cielo, recordándoles a todos que los colores, al igual que nuestras emociones, son importantes y nunca deben faltar.
FIN.