El viaje de Lila y el molino mágico



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, vivía una niña llamada Lila. Tenía una curiosidad infinita y siempre soñaba con descubrir nuevos lugares. Un día, mientras exploraba el bosque cercano, se encontró con un antiguo molino cubierto de enredaderas.

-Lila, ¿dónde estás? -llamó su mamá desde la distancia.

-¡Mamá, mira esto! -exclamó Lila, señalando el molino.

Cuando se acercó, notó que la puerta del molino estaba entreabierta. Sin pensarlo dos veces, decidió entrar. Dentro, el molino estaba lleno de polvo y telarañas, pero en su centro había una rueda brillante que giraba sin parar.

-Esto no debería estar así... -pensó Lila, acercándose para tocarla.

Al instante, la rueda dejó de girar y un destello de luz la envolvió. Cuando la luz se disipó, Lila se encontró en un lugar completamente diferente; un campo hermoso lleno de flores de todos los colores.

-¡Bienvenida al mundo de los deseos! -dijo una pequeña hada que flotaba cerca. -Soy Clara, y el molino es mágico. Cada vez que alguien enciende la rueda, se cumplen un deseo.

-¿Un deseo? -preguntó Lila, emocionada. -Siempre he soñado con viajar y ver el mundo.

-Puede ser que tú sea la única que puede viajar, pero debes aprender algo primero. Cada deseo conlleva una lección, y las aventuras que vivas aquí van a enseñarte mucho -explicó Clara.

Lila, llena de entusiasmo, aceptó el reto. La hada le ofreció tres deseos. El primero, Lila lo usó para volar y explorar los cielos.

-¡Mirá, mamá! ¡Estoy en el aire! -gritó Lila mientras recorría el aire entre nubes suaves.

Después de un rato, volvió a perderse en el campo y decidió usar su segundo deseo para hablar con los animales.

-¡Hola, conejo! -dijo Lila.

-¡Hola! ¿Puedes ayudarme? -le pidió el conejo, con un tono preocupado. -La tortuga se ha perdido. Debemos encontrarla.

-¡Claro! Vamos a buscarla juntos! -respondió Lila.

Ambos salieron corriendo por el campo y, en su camino, se encontraron con un grupo de pájaros que estaban muy angustiados.

-¿Qué les pasa? -preguntó Lila.

-¡La tortuga no puede regresar a casa! -respondieron los pájaros al unísono.

A través de su búsqueda, Lila se dio cuenta de que ayudar a otros hacía que se sintiera feliz. Finalmente, encontraron a la tortuga atrapada entre unas ramas.

-¡Tú vete! -le gritaba la tortuga. -No quiero que se lastimen por mi culpa.

-No te preocupes, todos iremos juntos -dijo Lila.

Y juntos, lograron liberar a la tortuga.

-¡Gracias! ¡Eres muy valiente! -dijo la tortuga mientras se abrazaban.

Cuando Lila finalmente regresó al molino, estaba lista para su último deseo.

-¿Qué deseas ahora? -preguntó Clara.

Lila pensó en todas las cosas que había aprendido y en lo importante que era ayudar a los demás.

-Quiero que todos en Arcoíris tengan la oportunidad de vivir esta experiencia y ayudar a otros también. -dijo con determinación.

-Es un deseo noble -respondió Clara, y Lila sintió otro destello de luz.

De repente, se encontró en su pueblo, todos estaban alrededor del molino, llenos de emociones y ansias de conocer.

-¡Lila! -gritó su mamá. -¡Te encontré! -Al verla, la abrazo fuertemente.

-Mamá, ¡todo fue realmente fabuloso! -dijo Lila emocionada.

A partir de ese día, el molino mágico brindaba aventuras a todos los niños del pueblo, enseñándoles valores de amistad, generosidad y la importancia de ayudar a los demás.

Y así, el pueblo Arcoíris se convirtió en un lugar donde los deseos se hacían realidad, pero siempre a través de buenas acciones y el apoyo mutuo. Lila se dio cuenta de que había algo más valioso que cualquier deseo: el amor y la felicidad de compartir experiencias con los demás. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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