El Viaje de Lila y el Sabio de la Montaña
En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una niña llamada Lila. Era curiosa y siempre hacía muchas preguntas. Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con un anciano sabio que vivía en una cueva.
"Hola, señor. ¿Por qué vive solo en esta cueva?" - preguntó Lila.
"Porque aquí, en la soledad, encuentro la paz y la sabiduría. ¿Y tú, qué buscas, pequeña?" - respondió el anciano con una sonrisa.
"Busco respuestas a mis preguntas sobre la vida. A veces me siento confundida y no sé qué pensar."
El anciano, que se hacía llamar el Sabio de la Montaña, invitó a Lila a sentarse junto a él. "La vida, querida Lila, es un viaje lleno de aprendizajes. Te invito a que vivas conmigo un día, y así podré enseñarte algunas cosas valiosas."
Lila aceptó emocionada, y así comenzó su aventura. Durante el día, el Sabio la llevó a explorar el bosque.
"Mirá esa flor, Lila. ¿Qué te dice su belleza?"
"Que es hermosa y delicada."
"Correcto, pero también es un recordatorio de que todo lo bello debe ser cuidado. ¿Cómo crees que podemos cuidar de esta flor?"
"Teniéndola en un lugar seguro y dándole agua."
Después de un rato, se encontraron con un arroyo cristalino. Allí, el Sabio lanzó una piedra al agua, y las ondas comenzaron a expandirse.
"Observá lo que sucede, Lila. Así es como nuestras acciones afectan a los demás. Cada vez que hacemos algo, creamos ondas que se extienden y pueden tocar a otros. ¿No es hermoso?"
Cuando se acercaba la noche, decidieron encender una pequeña fogata.
"Lila, ¿qué crees que es la verdadera felicidad?"
La niña pensó por un momento. "Tal vez sea tener muchos juguetes o amigos."
El Sabio se rió suavemente. "La felicidad es como el fuego de nuestra fogata. Puede apagarse o avivarse. Depende de cómo lo alimentemos. Cuando compartimos con los demás, avivamos la llama."
Intrigada, Lila expresó su deseo de entender más. El Sabio propuso un juego. Pintaron tres piedras: una roja, una azul y una amarilla.
"Cada color representa algo: la piedra roja es la ira, la azul la tristeza y la amarilla la alegría. ¿Cómo debemos manejar estas emociones?"
Lila tomó la piedra roja. "¿Debemos evitar sentir ira?"
El Sabio sonrió y dijo "No, querida. La ira puede enseñarnos sobre nuestras fronteras. Lo importante es aprender a transformarla en algo positivo."
La noche transcurrió entre historias y risas, y cuando llegó el momento de despedirse, el anciano le dijo: "Recuerda siempre, Lila, que la vida es un viaje que vale la pena compartir y aprender. Cada emoción que experimentamos tiene su valor. Ahora, cuéntales a otros sobre lo que has aprendido."
Al volver a su pueblo, Lila también compartió sobre las piedras y el fuego con sus amigos. Comenzaron a jugar y a hablar sobre sus emociones, creando un nuevo lugar donde todos se sentían seguros para expresarse.
"Gracias, Sabio de la Montaña." - exclamó Lila al despedirse del anciano. "Tu amistad y enseñanza iluminan mi camino."
"Esa es la magia de compartir, querida Lila. Sigamos aprendiendo juntos, desde nuestros corazones."
Y así, Lila llevó consigo no solo el conocimiento del anciano, sino también el amor por aprender y compartir con los demás, iluminando su vida y la de todos a su alrededor.
FIN.