El Viaje de Lila y su Amigo Tío Tango



Era una soleada mañana en Bogotá, y Lila, una niña curiosa de diez años, se despertó llena de energía. Su abuelo, Tío Tango, la había invitado a dar un paseo por la ciudad. Lila siempre estaba emocionada de pasar tiempo con su abuelo, que siempre contaba historias sobre la vida en Bogotá.

-Lila, ¿estás lista para nuestra aventura? -preguntó Tío Tango con una gran sonrisa.

-Sí, abuelo, ¡quiero conocer la ciudad y aprender sobre todo lo que necesita mejorar! -respondió Lila.

Empezaron su recorrido desde el barrio donde vivían, lleno de murales coloridos y vida. Mientras paseaban, vieron a un grupo de niños jugando en la calle. Sin embargo, al acercarse, Lila se dio cuenta de que no había un parque cerca donde pudieran jugar.

-¿Por qué no hay un lugar seguro para que ellos jueguen? -preguntó Lila, preocupada.

-Tal vez, Lila. A veces la gente no se da cuenta de lo que necesitan los niños. Pero podemos ayudar a que eso cambie -respondió Tío Tango mientras acariciaba su barba canosa.

Continuaron su recorrido y llegaron a una glorieta donde un grupo de ancianos charlaba. Lila se acercó, y escuchó que hablaban de las problemáticas del transporte en la ciudad.

-¿Ustedes también tienen problemas para moverse por Bogotá? -preguntó Lila con curiosidad.

-Sí, mi niña. A veces, el tráfico es tan pesado que no podemos llegar a tiempo a nuestros lugares -dijo una anciana con un sombrero colorido.

-Podemos pensar en ideas para mejorar el transporte, abuelo -sugirió Lila.

-¡Esa es una gran idea! La participación de los jóvenes es fundamental para que estas cosas cambien -respondió Tío Tango, muy animado.

Después de un rato, llegaron a un bullicioso mercado. Había alimentos frescos, música y muchas personas. Sin embargo, Lila notó que había mucha basura en el suelo.

-¿Por qué no están limpiando esto? -preguntó Lila, confundida.

-Puede ser que algunas personas no se den cuenta de lo importante que es cuidar el medio ambiente, Lila. Pero podemos colaborar con ideas para crear conciencia sobre el reciclaje -dijo Tío Tango, dándole un guiño.

Motivada por sus descubrimientos, Lila tuvo una brillante idea.

-¡Abuelo! ¿Y si organizamos un concurso de arte entre los colegios de la ciudad? Los chicos podrían hacer murales sobre cómo mejorar nuestra Bogotá -propuso Lila emocionada.

-¡Eso sería maravilloso! El arte puede inspirar a la gente a cambiar su forma de pensar -respondió Tío Tango, aplaudiendo la idea.

Lila y su abuelo regresaron a casa y se pusieron a trabajar en su proyecto. Juntos, hicieron carteles llamativos y hablaron con otros niños y profesores de su escuela. Poco a poco, más colegios se unieron a la causa.

El día del concurso, el parque se llenó de colores y risas. Los murales mostraban un Bogotá más limpio, con más espacios verdes y un transporte respetuoso con el medio ambiente. Al final del día, el jurado eligió varios ganadores.

Mientras Lila contemplaba las obras, se sintió orgullosa.

-¡Mira, abuelo! ¡Esta ciudad puede cambiar si trabajamos juntos! -dijo con brillo en los ojos.

-Tienes razón, mi pequeña. Cada acción cuenta, y hoy hemos dado un gran paso hacia un futuro mejor -replicó Tío Tango, abrazándola con cariño.

Unos meses después, la ciudad comenzó a notar cambios. Más parques se construyeron, se mejoró el transporte público, y la gente comenzó a reciclar. Lila comprendió que, aunque los problemas eran grandes, los pequeños esfuerzos de cada uno podían generar grandes transformaciones.

Y así, cada vez que caminaban juntos por Bogotá, Lila sonreía, sabiendo que su ciudad estaba en camino de convertirse en un lugar mejor para todos.

Fin.

FIN.

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