El Viaje de Lila y su Bote de Papel
En un pequeño pueblo llamado Villa Claro,
vivía una niña con un sueño muy raro.
Su nombre era Lila, con ojos brillantes,
y siempre pensaba en mares distantes.
Cada tarde, al volver de la escuela,
se sentaba en la orilla de una hermosa centinela:
un lago que relucía bajo el cielo azul,
y soñaba con piratas y un mapa en el tul.
"¡Ay, si tuviera un barco!" -decía Lila,
"Navegaría los mares, ¡sería una maravilla!"
Sus amigos la miraban, un poco extrañados,
"Con un bote de papel, ¿adónde has llegado?"
Pero a Lila no le importaba lo que pensaban,
con un pliego de papel las ideas brillaban.
Reuniendo su coraje, salió a la ribera,
"Hoy construiré un barco, no sea espera."
Con tijeras, cinta, y mucha emoción,
trazó el cuerpo del barco con gran decisión.
Al acercarse al agua, sopló con fervor,
y el barco navegó como un veloz corredor.
"¡Mirá, mirá!" -gritó su amiga Juana,
"el bote está navegando a toda velocidad, ¡vana!"
Los demás niños se acercaron a ver,
y todos con ojos de asombro empezaron a creer:
"¡Lila, tu sueño se ha hecho realidad!" -exclamaron,-
"¿Qué más hay en tu mente, qué más podrías hallar?"
"Quiero explorar islas, encontrar un tesoro,
encontrar criaturas, ¡y después contar todo!"
Los amigos, emocionados, decidieron unirse,
"Con vos, Lila, nos vamos a aventurarse."
Así, cada tarde, un nuevo barco hicieron,
y con cada viaje, más cosas aprendieron:
sobre las estrellas, el viento y su fuerza,
y así descubrieron su propia belleza.
Un día, el cielo se llenó de tormenta,
los vientos rugían, y la lluvia se presenta.
Todos estaban nerviosos, aunque Lila sonrió,
"A veces hay que aprender a navegar lo que el viento trajo."
Y con su valentía, en medio de la lluvia,
te salió el barco, sin tener una penuria.
Navegaron entre risas y a veces miedo,
y cada vez que asustaba, un nuevo aprendizaje era el credo.
Cuando al fin la tormenta amainó por completo,
los amigos descubrieron que eran un gran equipo.
"¡Hemos crecido!" -dijo Lila con felicidad,-
"Las aventuras no son sólo para encontrar tesoros, sino para crecer en amistad."
Desde aquel día, Lila, sin un solo recelo,
siguió navegando el vasto cielo.
Formando historias, sin ningún convencimiento,
y recordaron que, en la amistad, hallaron el verdadero contenido.
Así, entre juegos y papel, las lecciones no cesan,
los sueños se hacen realidad, deben sólo ser expresas.
Y Lila, en su lago, siempre supo bien:
que cada pequeño barco puede ser un gran edén.
FIN.