El viaje de los animales



En una exuberante selva llena de colores y sonidos, un grupo de animales decidió hacer un viaje para descubrir el mundo más allá de su hogar. El grupo estaba formado por Luis, el loro parlante; Sara, la tigresa curiosa; Pablo, el perezoso soñador; y Rina, la tortuga sabia. Juntos, emprendieron una aventura inolvidable.

Un día, mientras se reunían bajo un gran árbol, Sara dijo emocionada:

"¡Chicos! Escuché a unos pájaros hablar sobre un lugar mágico llamado El Lago de las Estrellas. Dicen que hay agua que brilla como el cielo de noche. ¿Por qué no vamos a verlo?"

Pablo, que siempre estaba pensando en lo lindo que sería acurrucarse en una rama, comentó:

"Suena genial, pero... ¿No es muy lejos? Yo prefiero quedarme y dormir un rato."

Rina, con su voz calmada, intervino:

"Todo viaje tiene su desafío, Pablo. Pero lo que descubramos valdrá la pena. Y siempre podemos descansar cuando lleguemos."

Convencidos, los animales partieron con mucho entusiasmo. Durante el primer día de viaje, encontraron un río caudaloso que debían cruzar. Luis, que volaba alto, exclamó:

"¡Miren, amigos! Puedo ver el otro lado, pero ¿cómo cruzaremos?"

"¡Saltando!" gritó Sara, llena de energía. Pero, cuando hicieron la prueba, se dieron cuenta de que el salto era muy grande.

Rina, siempre observadora, propuso:

"¿Y si construimos una balsa con ramas y hojas? Así podremos cruzar juntos."

Todos se pusieron a trabajar y, tras mucho esfuerzo, lograron hacer una balsa. Pablo, un poco reticente al trabajo, al ver que el equipo funcionaba decidió ayudar, y juntos cruzaron el río.

Al caer la tarde, decidieron acampar bajo las estrellas. Mientras miraban las luces titilantes, Pablo preguntó con curiosidad:

"¿Qué pasará cuando lleguemos al lago? ¿Cómo será?"

"Tal vez encontraremos amigos nuevos o descubriremos algo asombroso", dijo Sara.

Días después, llegaron a un sendero cubierto de flores que los llevó a un misterioso bosque. De repente, una sombra los cubrió. Era un enorme oso que les bloqueaba el paso. El oso, de mirada feroz, dijo:

"¿Qué quieren, pequeños? Este es mi territorio."

Los animales se asustaron, pero Rina, con su sabiduría, se acercó y habló:

"Estamos en un viaje hacia El Lago de las Estrellas. Solo queremos ver su belleza, no queremos problemas."

El oso, curioso, se relajó y preguntó:

"¿Y por qué debería dejar que sigan?"

Luis, que siempre tenía una respuesta, agregó:

"Porque tenemos algo especial que ofrecerte: nuestra amistad. ¿Sabías que los animales felices crean magia en el bosque?"

El oso, intrigado, decidió dejar que los animales pasaran y, a cambio, les prometió que los guiaría hasta un atajo para llegar al lago. Mientras caminaban, el oso les contó sobre la vida en el bosque y las plantas mágicas que nunca habían visto.

Cuando finalmente llegaron al Lago de las Estrellas, todos quedaron boquiabiertos. El agua, en efecto, brillaba como el cielo nocturno.

"Es aún más hermoso de lo que imaginaba", susurró Sara, admirando el reflejo de las estrellas.

Mientras disfrutaban del sitio, Pablo, observando cómo brillaban las estrellas en el agua, dijo:

"Me alegra haber venido. A veces es bueno salir de nuestra zona de confort, ¿no?"

"Totalmente" , afirmó Rina. "El viaje diario puede ser difícil, pero siempre trae recompensas."

Juntos bailaron en la orilla, rieron y disfrutaron de la vista, creando recuerdos que atesorarían para siempre.

Al final del día, antes de regresar, el oso se despidió con una sonrisa y prometió ser su amigo para siempre. Campeando de regreso a casa, los animales se dieron cuenta de que no solo habían descubierto un lugar mágico, sino que también habían aprendido a trabajar en equipo y valorar la amistad.

Así fue como, a través de su viaje, aprendieron que la verdadera magia de la vida se encuentra en las experiencias compartidas y las nuevas amistades. Juntos regresaron a su selva, emocionados por sus nuevas historias y seguro de que en el futuro, siempre habría más viajes por delante.

FIN.

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