El viaje de los cinco sentidos



En un pequeño pueblo de la Argentina vivían cinco amigos muy especiales: Violeta, la vista aguda como un águila; Bruno, el olfato más fino que el de un perro; Sofía, con oídos capaces de captar el más mínimo susurro; Martín, cuya lengua podía distinguir los sabores más exquisitos; y Lucas, cuyo tacto era tan sensible que podía percibir la suavidad de una pluma.

Un día, los cinco amigos decidieron emprender un viaje por el mundo para descubrir nuevas experiencias y compartir sus dones con el resto de las personas. "¿Por dónde empezamos nuestro viaje?", se preguntó Violeta.

"Podemos ir a la montaña para maravillarnos con los paisajes", propuso Bruno. "O podríamos visitar un mercado para conocer nuevos aromas y sabores", sugirió Martín. "También podríamos escuchar el canto de las aves en el bosque", agregó Sofía.

"Y no olvidemos sentir la textura de la arena en la playa", dijo Lucas.

Animados por la idea, partieron juntos hacia la montaña, donde Violeta contempló la majestuosidad de la naturaleza, Bruno respiró el aire puro con deleite, Sofía escuchó el viento susurrar entre los árboles, Martín probó la frescura de las frutas locales y Lucas sintió la suavidad de la nieve en sus manos. Luego, visitaron el mercado, donde intercambiaron sus experiencias con los lugareños y descubrieron nuevos aromas y sabores que enriquecieron sus sentidos.

Así, recorrieron diferentes lugares, siempre compartiendo sus dones con las personas que conocían.

Al final de su viaje, se dieron cuenta de que, juntos, eran capaces de experimentar el mundo de una manera única y maravillosa, aprovechando al máximo cada sentido y enriqueciéndose mutuamente. Decidieron regresar a su pueblo, convencidos de que la verdadera riqueza de los sentidos está en compartirlos con los demás.

FIN.

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