El viaje de los cinco sentidos
Había una vez en un pequeño pueblo, cinco amiguitos llamados Sofía, Mateo, Lucía, Tomás y Valentina, quienes se embarcaron en un emocionante viaje hacia el conocimiento de sus cinco sentidos.
- ¡Hola amigos! ¿Están listos para nuestro gran viaje? - preguntó Sofía emocionada.
- ¡Sííí! - respondieron los demás con entusiasmo.
El primer sentido que exploraron fue el sentido del tacto. Caminaron descalzos sobre la suave arena de la playa, sintiendo la caricia del sol y el frescor de las olas. Descubrieron que con las yemas de sus dedos podían percibir la textura de las conchas marinas y la suavidad de las plumas que encontraron en su camino.
- ¡Es asombroso cómo podemos sentir tantas cosas con nuestras manos! - exclamó Lucía maravillada.
Luego, se adentraron en un frondoso bosque para explorar el sentido del oído. Allí escucharon el canto armonioso de los pájaros, el susurro del viento entre las hojas y el crujir de las ramas bajo sus pies. Aprendieron a prestar atención a los sonidos que los rodeaban y a disfrutar de la melodía de la naturaleza.
- ¡Qué maravilloso es poder escuchar todos estos sonidos! - dijo Mateo con alegría.
El siguiente sentido que descubrieron fue el sentido del olfato. Visitando un hermoso jardín, aspiraron el dulce aroma de las flores y el fresco perfume de la hierba cortada. Se dieron cuenta de que podían distinguir entre los diferentes olores y cómo cada uno despertaba diferentes emociones en ellos.
- ¡Uy, qué rico huele todo por aquí! - exclamó Valentina riendo.
Después, llegaron a un puesto de frutas y verduras y se dispusieron a explorar el sentido del gusto. Probaron frutas ácidas, dulces, amargas y saladas, descubriendo que su boca era capaz de detectar una amplia gama de sabores. Aprendieron a apreciar la variedad de gustos que ofrece la naturaleza.
- ¡Increíble todo lo que podemos disfrutar con nuestra boca! - expresó Tomás con sorpresa.
Por último, se aventuraron en un observatorio para explorar el sentido de la vista. Allí observaron las estrellas, la luna y los planetas a través de un telescopio, maravillándose con la inmensidad del universo. Descubrieron cómo sus ojos podían captar la luz y convertirla en imágenes.
- ¡Es como si pudiera tocar las estrellas con la mirada! - susurró Sofía emocionada.
Después de este increíble viaje, los cinco amiguitos comprendieron lo maravillosos que eran sus sentidos. Aprendieron a prestarles atención, a percibir el mundo que los rodeaba de una manera más consciente y a valorar la riqueza de sensaciones que les ofrecían. Y así, continuaron explorando juntos, enriqueciendo sus mentes y corazones con cada nueva experiencia.
FIN.