El Viaje de los Colores
Había una vez un pequeño pueblo llamado Arcoiris. En este lugar, las casas eran de colores vibrantes y siempre había alegría en el aire. Todos los habitantes eran muy felices, pero había un pequeño problema: los colores de la ciudad estaban empezando a desvanecerse.
Un día, una niña llamada Lía, que amaba los colores más que nada en el mundo, salió a explorar el bosque que rodeaba su pueblo. Mientras caminaba, encontró un bello pajarito azul.
"Hola, pajarito, ¿por qué estás tan triste?" - le preguntó Lía.
"Porque los colores de tu pueblo están desapareciendo, y yo fui el encargado de cuidarlos" - respondió el pajarito con un suspiro.
Lía se asombró. "¿Desapareciendo? Pero, ¿cómo puedo ayudar?"
"Para recuperar los colores, debes emprender un viaje hacia la Montaña de los Colores. Ahí hay una flor mágica que puede restaurar todo" - explicó el pajarito.
Lía decidió seguir el consejo del pajarito y partió hacia la montaña. Pero en el camino, se encontró con una nube gris que le bloqueó el paso.
"¿Quién eres?" - preguntó Lía.
"Soy la Nube de Tristeza, y estoy aquí para detenerte" - dijo la nube con voz melancólica.
"Pero tengo que ayudar a mi pueblo" - insistió Lía.
"¿Qué sabes sobre la tristeza?" - preguntó la nube, haciendo que Lía se detuviera a pensar.
"Sé que a veces me siento triste cuando me alejo de mis amigos... pero me doy cuenta de que podemos encontrar la alegría juntos" - contestó.
"Eso es cierto, pero yo sólo he visto tristeza" - replicó la nube.
Lía tuvo una idea. "¿Y si te cuento las historias felices de mi pueblo? Tal vez así encuentres alegría también". La nube, intrigada, aceptó.
Lía comenzó a contarle sobre las fiestas de colores, los juegos en la plaza y cómo todos se ayudaban entre sí. Poco a poco, la nube comenzó a transformarse.
"¡Oh! Las historias son hermosas. Creo que puedo dejarte pasar" - dijo, ya más ligera.
Con una gran sonrisa, Lía continuó su camino. Después de un rato, llegó a un río. Allí, vio a un pez de colores brillantes nadando con tristeza.
"Hola, pez, ¿qué te pasa?" - preguntó Lía.
"Estoy triste porque los niños ya no vienen a jugar aquí. Se olvidaron de mí y del río" - respondió el pez.
"Pero yo estoy aquí. Podemos hacer que el río vuelva a ser un lugar de alegría" - dijo Lía.
"¿Cómo?" - preguntó el pez.
"Podemos hacer una fiesta en el río, invitemos a todos los niños del pueblo".
El pez se iluminó. "¡Sí! Eso haría que todos vinieran de nuevo" - exclamó. Lía y el pez planearon una gran fiesta. Cuando toda la gente del pueblo llegó, rieron y jugaron en el río, y así, el pez volvió a ser feliz.
Finalmente, llegó a la cima de la Montaña de los Colores. Allí, encontró la flor mágica, resplandeciente con todos los colores del arcoíris.
"¡Lo logré!" - gritó Lía. Pero justo cuando iba a recogerla, se dio cuenta de que no podía hacerlo sola.
"¿Puedo tocarte, flor?" - preguntó Lía.
"Soy muy poderosa, pero puedo arder si no tienes la ayuda de los demás" - dijo la flor.
Lía entendió que debía reunir a todos los que había conocido en su viaje. Así que con el pajarito, el pez y la nube, fue de regreso al pueblo y todos juntos fueron a la montaña.
Al llegar, Lía, el pajarito, el pez y la nube se tomaron las manos y le pidieron a la flor que restaurara los colores del pueblo. La flor sonrió y comenzó a brillar intensamente.
De pronto, un arcoíris se formó y los colores regresaron a Arcoiris con un resplandor descomunal.
"¡Lo logramos!" - gritó Lía llena de alegría.
"Sí, juntos podemos hacer grandes cosas" - concluyó el pez con una sonrisa.
"Y siempre hay lugar para la felicidad, incluso si se siente triste a veces" - añadió la nube.
Desde aquel día, los colores nunca volvieron a desvanecerse, y el pueblo de Arcoiris se llenó de alegría y de historias para contar. Lía aprendió que la amistad, la colaboración y el amor son los colores más importantes en la vida.
FIN.