El Viaje de los Colores



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde cada día era brillante y lleno de color. En este pueblo vivía una niña llamada Lola, que tenía una pasión desbordante por la pintura. Siempre soñaba con crear un mural gigantesco que representara toda la belleza de su pueblo. Pero había un problema: los colores empezaban a desaparecer uno a uno, y el pueblo se tornaba gris.

Una tarde, mientras buscaba inspiración, Lola escuchó a una anciana que contaba historias a los niños bajo un gran árbol. "¿Sabían que los colores se van cuando la gente deja de soñarlos?"-, decía la anciana. A Lola se le iluminó la cara; sabía que debía actuar rápidamente para salvar su pueblo.

Lola decidió emprender un viaje en busca de los colores que habían desaparecido. "No puedo hacerlo sola. Necesito ayuda"-, pensó mientras miraba a sus amigos, Lucio el aventurero y Mei la sabia. "¿Quieren ayudarme a encontrar los colores?"- preguntó emocionada.

"¡Claro!"- respondió Lucio con entusiasmo. "Siempre quise ver esos colores perdidos"-.

"Y yo sé una historia sobre un valle encantado donde los colores son guardados"-, agregó Mei.

Así, los tres amigos comenzaron su aventura. Se adentraron en el Bosque de los Susurros, donde solo se escuchaban voces del pasado. "¿Escuchan eso?"- preguntó Lola.

"Claro, son los ecos de los sueños de la gente. Debemos seguir adelante"-, dijo Mei.

Después de caminar un rato, llegaron a un puente colgante que era custodiado por un ogro llamado Gomón. "¿Quiénes son ustedes y qué quieren?"- gruñó Gomón. "¡Hola! Somos amigos de los colores y venimos en su búsqueda"-, contestó Lucio con valentía.

"¡Eso es un trabajo difícil! ¿Cómo piensan lograrlo?"- preguntó el ogro.

Lola miró al ogro y le dijo: "Primero, debemos recordar juntos lo que hacen a los colores tan especiales. Cada color tiene una historia, un sueño. ¡Cuéntanos una!"-

El ogro se sorprendió, pero decidió compartir su historia. "Cuando era pequeño, mi abuela me hacía cuentos de amor y aventuras. Eso me llenaba de felicidad, pero también me hacía sentir solo cuando ella se fue"-.

"Podemos dibujar ese recuerdo y traer ese color de vuelta"-, dijo Mei.

Los amigos le pidieron a Gomón que les contara sus sueños, y al final, Gomón se unió a ellos, junto a su historia, en el camino hacia el valle encantado.

Cuando llegaron al Valle de los Colores, se encontraron frente a un espectáculo impresionante: nubes de colores vibrantes flotaban sobre un lago de maravillas. Sin embargo, también se dieron cuenta de que el valle estaba custodiado por un dragón que solo podía hablar en rimas. "Si desean colores, primero deben comprobar, qué tan unidos son, por eso, a jugar debo invitar"-.

Los amigos empezaron a hacer un juego de palabras y rimas, pero no lograron hacer reír al dragón, quien parecía un poco triste. "Reímos, pero no somos un equipo"-, sugirió Lola.

"Tienes razón, ¡debemos unir fuerzas!"- dijo Lucio.

Entonces, formaron un gran círculo y empezaron a compartir sus sueños en voz alta:

"Yo quiero ser un gran pintor y llenar el mundo de colores"- dijo Lola.

"Quiero aventurarme por el mundo y aprender todo lo que pueda"- dijo Lucio.

"Deseo sentir alegría cada día y compartir sabiduría"- dijo Mei.

Al escucharlos, el dragón comenzó a reír y los colores comenzaron a vibrar. En un instante, las nubes regresaron, llenando el cielo del valle.

"¡Hicieron un excelente trabajo!"- exclamó el dragón. "El verdadero poder de los colores está en la amistad y los sueños compartidos"-.

Así, el dragón les permitió llevar de vuelta los colores a Arcoíris, y al regresar, el pueblo recuperó su brillo y su alegría.

Los amigos pintaron juntos el mural que había soñado Lola. En cada trazo, había un pedacito de su aventura y un recordatorio de que los colores no solo pertenecen a los objetos, sino a los sueños que llevamos en el corazón.

"Nunca dejemos de soñar juntos"- reflexionó Lola.

"Así, los colores nunca se irán"- concluyó Mei.

Desde entonces, Arcoíris fue un lugar lleno de magia y color, donde cada día crecía un poco más el amor y la amistad entre todos sus habitantes.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!