El Viaje de los Colores



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, los colores eran una parte fundamental de la vida de los habitantes. Cada mañana, cuando el sol salía, los colores llenaban el cielo y todos se saludaban con alegría. Sin embargo, un día, un misterioso personaje, conocido como el Señor Blaco, llegó a Arcoíris.

"Hola, soy el Señor Blaco, y he venido a llevarme todos los colores de este lugar." - anunció con una voz profunda.

Los niños, al escuchar esto, se miraron con preocupación.

"No podemos dejar que se lleve nuestros colores, ¡sin ellos, nuestro pueblo no será el mismo!" - dijo Lila, una pequeña niña con una gran imaginación.

"Tendremos que hacer algo", propuso Tomás, su amigo, quien siempre tenía un plan.

"Pero, ¿qué podemos hacer?" - preguntó Sofía, una niña muy creativa.

Después de pensar un momento, Tomás comenzó a idear un plan.

"Vamos a crear un dibujo gigante en el centro del pueblo, con todos los colores que conocemos. Si el Señor Blaco lo ve, tal vez decida no llevarse nuestros colores" - sugirió.

Los niños se pusieron manos a la obra. Llenaron grandes lienzos con dibujos de flores, árboles, mariposas y todo lo que representara la alegría de vivir en Arcoíris. Mientras pintaban, se dio un giro inesperado.

El Señor Blaco, al pasar por el pueblo, vio el bullicio y se detuvo a observar.

"¿Qué están haciendo?" - preguntó con curiosidad.

"Estamos mostrando todo lo que los colores significan para nosotros", respondió Sofía, levantando su pincel hacia el cielo.

El Señor Blaco se acercó, intrigado.

"¿Y por qué son tan importantes?" - preguntó.

Los niños se miraron entre sí y Lila explicó:

"Los colores nos traen felicidad. Nos hacen sentir vivos. Cada color cuenta una historia y juntos iluminan nuestras vidas. Sin ellos, todo sería gris y triste."

El corazón del Señor Blaco comenzó a cambiar.

"No lo había visto de esa manera…" - admitió, mientras contemplaba el hermoso mural.

Con cada pincelada, los niños le contaban historias de sus colores favoritos y el significado que tenían para ellos. Cada color representaba una emoción, un recuerdo y un sueño. Así, el Señor Blaco comenzó a recordar su infancia llena de juegos y risas.

"Yo solía amar los colores, pero pensé que los había dejado atrás. Con el tiempo, me volví un poco… gris" - confesó, de alguna manera entristecido.

Todos alrededor sonrieron y Lila dijo:

"¡Nunca es tarde para recuperar los colores! Siempre podemos encontrar la alegría en cualquier cosa pequeña."

El Señor Blaco tomó una decisión inesperada.

"Tienen razón. Me gustaría devolver los colores a Arcoíris, y no solo eso, ¡quiero compartir todo lo que he aprendido con otros pueblos!" - exclamó, llenándose de energía.

Los niños lo ayudaron a pintar un nuevo mural, esta vez lleno de colores brillantes y formas únicas que simbolizaban la unión de sus historias. Con cada trazo, el pueblo de Arcoíris se llenaba de vida y esperanza.

Al finalizar, los niños y el Señor Blaco se tomaron de las manos y danzaron en el mural recién pintado.

"¡Los colores nunca tienen que irse! Saquemos el blanco y llenemos el mundo de alegría y amistad" - gritó Tomás, y todos aplaudieron.

Desde ese día, el Señor Blaco no solo se quedó en Arcoíris, sino que junto a los niños comenzó a viajar por otros pueblos, enseñando la importancia de los colores y compartiendo la alegría de vivir.

Arcoíris nunca volvió a ser el mismo, pero estaba bien, porque ahora estaba lleno de nuevas historias y risas que nunca se apagarían.

Así fue como un pueblo pequeño le devolvió la luz a un antiguo amigo, recordándole que siempre había un lugar para los colores en su vida.

FIN.

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