El Viaje de los Colores



Era un día gris en Australia. Las nubes cubrían el cielo y la naturaleza parecía triste y apagada. En un pequeño pueblo llamado Colorín, los habitantes solían disfrutar de un paisaje lleno de verdes, azules y amarillos, pero en ese momento todo estaba cubierto de sombras.

Un grupo de amigos: Tico el canguro, Lila la luciérnaga, y Rocco el ornitorrinco, decidieron que era hora de hacer algo.

"Chicos, no me gusta cómo se siente nuestro hogar ahora mismo", dijo Tico saltando de un lado a otro.

"¡Sí! ¡Debemos traer de vuelta los colores!" agregó Lila, iluminando su pequeño cuerpo con su luz brillante.

"¿Cómo lo haremos?", preguntó Rocco, curioso y a la vez un poco dudoso.

"Podemos ir a buscar al viejo Koala sabio. Él seguramente tiene una solución", propuso Tico.

Así que, con sus corazones llenos de valor, los tres amigos se pusieron en marcha. Mientras caminaban por el sendero, notaron cómo todo a su alrededor era un paisaje sombrío y desolador. Los árboles parecían tristes y las flores no mostraban su belleza.

A medida que avanzaban, se encontraron con un árbol muy grande y majestuoso. Allí estaba el viejo Koala, mirando hacia el suelo.

"Hola, viejo Koala. ¿Nos puedes ayudar? Nuestro hogar necesita colores y alegría", dijo Lila con esperanza.

El viejo Koala levantó la vista y sonrió.

"Para traer colores de vuelta, primero deben encontrar la Roca de los Arcoíris. Ella tiene el poder de devolver la alegría a este paisaje. Está escondida en el Valle Escondido. Pero deben tener cuidado, porque el camino no es fácil".

Los amigos estaban emocionados. Con una nueva misión, se despidieron del viejo Koala y partieron hacia el Valle Escondido.

Mientras recorrían el camino, se enfrentaron a varios desafíos. Primero debían cruzar el río Ronco, que corría con fuerza.

"¿Cómo vamos a cruzar?", preguntó Rocco mirando las aguas turbulentas.

"Yo puedo saltar, pero necesitaré ayuda", dijo Tico.

"Yo puedo volar y llevarlos sobre el río", ofreció Lila.

Con mucho cuidado, Lila llevó a sus amigos uno por uno, y al llegar al otro lado, todos celebraron.

"¡Lo logramos!", gritó Tico entusiasmado.

El siguiente reto fue escalar una montaña rocosa llena de espinas.

"Esto es difícil, pero juntos podemos hacerlo", dijo Rocco.

Y así fue, con trabajo en equipo y apoyándose mutuamente, lograron superar la montaña. Finalmente, llegaron al Valle Escondido, donde encontraron una hermosa roca resplandeciente.

"¡Allí está! La Roca de los Arcoíris!", exclamó Lila.

Pero justo cuando estaban a punto de tocarla, un gran viento se levantó y la roca comenzó a oscilar.

"¡Debemos ser rápidos!", gritó Tico.

"A la cuenta de tres, ¡la tocamos todos juntos! ”, sugirió Rocco.

- “Uno… dos… ¡tres! ”, gritaron al unísono.

Al tocar la roca, sucedió algo mágico. Una explosión de colores llenó el aire, y el paisaje sombrío de Colorín comenzó a transformarse. Los árboles recobraron su verde vibrante, las flores florecieron en todos los colores del arcoíris, y el sol brilló intensamente.

Los amigos regresaron a su hogar y se sorprendieron al ver cómo todo había cambiado.

"¡Miren! ¡Hicimos que regresaran los colores!", dijo Lila maravillada.

"Esto no hubiera sido posible sin el trabajo en equipo. Todos juntos somos más fuertes", reflexionó Rocco.

A partir de ese día, los habitantes de Colorín aprendieron a valorar la amistad, la colaboración y el poder de los colores. Y siempre que el paisaje se tornaba gris de nuevo, los amigos sabían exactamente qué hacer: ¡presionar la Roca de los Arcoíris de nuevo! Así, Colorín se llenó de alegría y colores para siempre.

FIN.

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