El viaje de los colores perdidos



En un pequeño pueblo donde el cielo era siempre azul y las flores brillaban en mil colores, un día algo extraño sucedió: todos los colores comenzaron a desaparecer. Las flores se volvían grises, el cielo se tornaba blanco y la alegría en los rostros de la gente se desdibujaba. Los niños empezaron a preocuparse, especialmente dos amigos inseparables: Sofía y Tomás.

-Un día, mientras jugaban en el parque, Sofía dijo:

- ¿Te das cuenta? Ya no hay colores. ¡Esto no puede seguir así!

-Tomás asintió preocupado.

- ¡Pero, ¿qué podemos hacer? !

- ¡Tal vez hay que salir a buscarlos!

- ¿Y dónde están?

- No lo sé, pero no podemos quedarnos aquí de brazos cruzados.

Los niños decidieron que era momento de una aventura. Prepararon sus mochilas con lápices, papel y muchas ganas de explorar. Su primera parada fue el bosque, donde los árboles parecían tristes y apagados.

- ¡Hola, árboles! - gritó Sofía. - ¿Han visto nuestros colores?

-Los árboles susurraron al unísono:

- Los colores se han marchado hacia el Valle de los Olvidados, donde las cosas y sentimientos perdidos residen.

- No sé dónde queda ese valle, pero vamos a encontrarlo, Tomás. !

- ¡Sí! ¡Aventurémonos!

Cruzaron un pequeño río y se adentraron en el bosque, llenos de esperanza. Después de un rato, escucharon un sonido extraño. Era un pájaro pequeño que parecía muy confundido.

- ¡Hola, pequeño pájaro! ¿Estás perdido? - preguntó Tomás.

- ¡Sí! - respondió el pájaro. - No sé cómo volver a mi hogar. Me le quitaron todos mis colores y ahora no sé volar.

- ¡Nosotros podemos ayudarte! - dijo Sofía emocionada.

Con la ayuda de un mapa tejido con hojas, el pájaro llevó a Sofía y Tomás a su hogar. Ahí, aprendieron que para que el pájaro recuperara sus colores, tenía que recordar los momentos felices que había vivido. Juntos comenzaron a contarle las historias más divertidas y satisfactorias que habían tenido. Al hacerlo, el pájaro comenzó a brillar y, poco a poco, los colores regresaron a sus plumas.

- ¡Gracias, amigos! Ahora puedo volar de nuevo! - cantó el pájaro, alzando el vuelo hacia el cielo.

- ¡Vimos un color volver! - exclamó Sofía.

- Sí, y en el camino también encontramos a un amigo - agregó Tomás emocionado.

Con la inspiración del pájaro, continuaron su camino hacia el Valle de los Olvidados. Durante su travesía, encontraron otros seres: un conejo que perdió su risa, una mariposa que olvidó bailar y una tortuga que dejó de soñar. Sofía y Tomás ayudaban a cada uno a recordar, y así los colores regresaban poco a poco, llenando el aire de alegría.

Finalmente, llegaron al Valle de los Olvidados. Allí, vieron un gran arco iris que se desvanecía en el horizonte.

- ¿Por qué se va el arco iris? - preguntó Sofía.

- Está triste porque la gente ha olvidado cómo soñar - respondió un anciano que aparecía de la nada.

- ¿Y cómo podemos ayudarlo? - preguntó Tomás.

- Tuve una idea. Vamos a llenar un gran lienzo con todos los colores de nuestras historias.

- ¡Eso es! - gritó Sofía.

Los amigos, llenos de entusiasmo, se pusieron a trabajar. Contaron las historias más divertidas, las de valentía y las de amistad. Mientras pintaban, los colores comenzaron a fluir de las brochas y a reanimar al arco iris, quien, emocionado, empezó a brillar cada vez más.

- ¡Lo hemos logrado! - exclamó Sofía.

- ¡El arco iris vuelve! - gritó Tomás, mientras todos celebraban.

- ¡Gracias, pequeños! - dijo el anciano. - Lo que hicisteis es recordarle a todos los colores que siempre estarán si hay amor y alegría en sus corazones.

El arco iris iluminó todo el valle y pronto colores vibrantes volvieron a llenar el pueblo, las flores volvían a brillar y el cielo se volvió de mil tonos.

Sofía y Tomás regresaron al pueblo como héroes, y desde aquel día, jamás dejaron de contar historias, manteniendo siempre vivos los colores en sus corazones. Así aprendieron que en el amor y la alegría reside el verdadero poder de los colores.

Y así, el pueblo nunca volvió a ser gris.

FIN.

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